Esta que sigue es la segunda entrega de la revisión por parte de Juan Carlos Rois de su texto inicial titulado «Dibujar una alternativa de lucha por la paz y al modelo de defensa vigente». La primera parte puedes encontrarla en Dibujar una alternativa al modelo de defensa vigente (1)

Hacia un modelo alternativo. ¿Y si proponemos construir un modelo de defensa popular noviolenta?

El modelo de defensa alternativa al militarismo debe ser más bien un modelo de promoción y lucha por la seguridad humana y por la vida en el planeta.

Y ello supone trastocarlo todo, como podemos ver en el cuadro 3, elaborado a partir del propuesto por el Colectivo Utopía Contagiosa en su día con ligeras correcciones.

Aprovechemos para decir que el colectivo Utopía Contagiosa publicó en su día el libro “política noviolenta y lucha social” (ediciones Libros en Acción) que profundizaba en la idea de defensa popular noviolenta y los procesos para alcanzadlo y que sigue siendo hoy referencia obligatoria, pues desde entonces poco más se ha avanzado al respecto.

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.Cuadro 3. Contraste entre los paradigmas de defensa vigente y alternativo
. Paradigma de defensa violento Paradigma de defensa alternativo
Ideas principales

Violencia rectora

Dominación como medio y fin

Noviolencia rectora

Cooperación como medio y fin

Políticas

Regulación y administración de la violencia con leyes, políticas de control, securitización, etc.

Paz social

Guerra y preparación de la guerra

Lucha por la justicia, por la seguridad ambiental, contra las violencias.

Paz global, paz con contenidos

Desarrollo y seguridad humana

Practicas

Vigilancia

Castigo

Represión

Premios y ventajas

Securitización

Guerras y ejércitos

Adoctrinamiento

Cooperación

Promoción

Autogestión

Regulación de conflictos

Trabajo de base

Empoderamiento social

Prácticas alternativas

Actitudes

Delegación

Sumisión

Despersonalización

Representación

Pasividad

individualismo

Democracia directa

Pensamiento crítico

Empatía, compasión y solidaridad

Activismo inteligente y compromiso

Creatividad

Utopía

Visión del otro

Enemigo

inferior

Despersonalización

Prejuicios

Diverso

Igual

Duelable

Interdependiente

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La propuesta noviolenta, cuando se ha preguntado por la alternativa al modelo de defensa militar, se ha fijado tradicionalmente en tres grupos de preocupaciones que servirían para trazar una estrategia de defensa alternativa:

Lo que hay que defender; a lo que se ha respondido que lo que es digno de defender no es lo que defiende el paradigma dominación-violencia y se asemeja más a la idea que se va abriendo paso de seguridad humana (como afirma Utopía Contagiosa en Política noviolenta y Lucha Social, editado por Libros en Acción en el año 2012), la igual duelidad y la igualdad radical (como afirma Judith Butler en el reciente libro “La fuerza de la noviolencia” editado por Paidós) y la protección de toda la vida y de todas las vidas como proyecto viable en el planeta (como afirma Yayo Herrero en el también reciente “Los cinco elementos” editado en Arcadia Ediciones).

Quién debe defender, respondiendo que no la élite, ni los ejércitos, ni especialistas, sino toda la sociedad mediante su autoorganización y lucha,

De qué manera debe efectuarse la defensa, respondiendo que las metodologías de la defensa deben ser noviolentas y promotoras de la seguridad humana.

Pero, tras estas ideas fuerza, lo cierto es que ha costado mucho más dar concreción a este empeño, tanto por el peso del imaginario militarista que aún nos domina afirma la necesidad de ejércitos y violencia para regular las sociedades de forma pacífica y proclama su famosa “si vis pacem para bellum” (si quieres la paz prepara la guerra).

Es fácil caer en la tentación de pensar en una defensa “territorial” (esta vez territorial, pero por medios noviolentos), o en términos de “enemigos” que nos invaden, o en los de resistencia civil frente a la arbitrariedad de las autoridades o los golpes de estado. ¿Qué pasa entonces con la violencia estructural y sistémica que producen estas autoridades y esta configuración estatal del mundo? ¿Qué pasa con la violencia económica? ¿Qué con la imposición de valores individualistas y egoístas que legitiman la dominación? ¿o con la fabricación de estereotipos que “cosifican” y despersonalizan al otro para justificar su exclusión o su eliminación? ¿qué con la agresión climática que provoca nuestro modelo productivo?

Es fácil asumir el horizonte propio del paradigma dominación violenta y aspirar a defender “lo mismo” por otros medios. Y es fácil caer en la trampa. Pero la defensa popular noviolenta ni organiza la violencia ni la utiliza contra el contrincante, sino que lucha contra la violencia, pretende su deslegitimación como instrumento de lucha social o política y se plantea en términos de lucha social noviolenta para conseguir la seguridad humana. Por ello, se sitúa en un plano diferente a la defensa mediada por la violencia: Ni defiende lo mismo, ni utiliza la misma metodología, ni cuenta con los mismos actores.

Sería un error limitar la defensa noviolenta a una defensa desarmada de lo mismo y conviene aclararlo, ante la confusión que a veces se produce. LA resistencia civil pude formar parte de una defensa alternativa, pero no abarca toda la alternativa de defensa, ni es sinónimo de defensa popular noviolenta.

Podemos observar algunas diferencias en el cuadro siguiente (cuadro 4)

Cuadro 4. Qué no es un modelo de defensa noviolenta alternativo.
Qué no es Explicación Notas alternativas
Una defensa convencional, pero por medios civiles No defiende lo mismo que la concepción militar: fronteras statu quo, ni poder instituido. Defensa de la seguridad humana, contra las violencias y metodología de base y alternativa.
Una resistencia civil No se reduce a una resistencia frente a la tiranía. No aspira sólo a combatir un golpe de estado o un régimen tiránico. La R. C puede formar parte de la idea de defensa noviolenta, pero no la abarca.
Una mera lucha por medios pacíficos No se reduce a una lucha parcial Es una alternativa global de lucha radical contra las violencias.
Una defensa de base civil complementaria de la militar Es incompatible con la defensa militar Se plantea como alternativa y quiere superar la defensa militar, no como recurso, complemento u opción de un paradigma de defensa militar.
Un recurso defensivo para cuando falla lo militar
Una opción de lucha civil cuando es imposible una defensa militar

La defensa popular noviolenta asume un paradigma diferente, basado en las ideas rectoras de cooperación y noviolencia, al que intenta aproximarse mediante una práctica de lucha social coordinada y mediante una estrategia de desmilitarización social y transarme.

Asume una idea de seguridad diametralmente opuesta a la del paradigma de defensa militar/violento, como podemos ver en el cuadro siguiente (cuadro 5, sacado del texto citado de Utopía Contagiosa).

Cuadro 5

El objeto de la defensa debe ser la seguridad humana, no la seguridad militar.

El PNUD acuñó este concepto como una alternativa conceptual a la idea de defensa militar. Lo hizo en su informe sobre desarrollo humano del año 1994, que entiende esta seguridad humana como un proceso en el que se amplían las oportunidades del ser humano.

Para el PNUD estas oportunidades pueden ser infinitas, pero cambian con el tiempo, siendo las esenciales disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener el acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente.

La resolución 66/290 de la Asamblea General, entiende que “la seguridad humana es un enfoque que ayuda a los Estados Miembros a determinar y superar las dificultades generalizadas e intersectoriales que afectan a la supervivencia, los medios de subsistencia y la dignidad de sus ciudadanos”. En la resolución se exigen «respuestas centradas en las personas, exhaustivas, adaptadas a cada contexto y orientadas a la prevención que refuercen la protección y el empoderamiento de todas las personas.

Galtung, en un texto no traducido al español que he conseguido traducir gracias a San Google (Transarmament and the Cold War. Essays in Peace Research Volume VI”. Copenhague 1988) ofrecía un enfoque relacionado con las necesidades humanas y proponía un cuadro ilustrativo de aquello que hay que satisfacer, tanto individual como colectivamente, y defender en lo personal, estructural y cultural, que aportamos traducido gracias al traductor de Google (cuadro 6).

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.Cuadro 6: necesidades básicas, materiales y no materiales
Categoría Necesidades Satisfactores
Supervivencia

Individuales: protección contra accidentes y homicidios.

Colectivas: contra ataques y guerra.

Seguridad.
Fisiológicas

Imput: nutrición, aire, agua, descanso

Output: movimiento, excreción.

Comida y agua.
Ecológicas

Climáticas: Protección contra el clima.

Somáticas: protección contra las enfermedades.

Ropa y refugio

Medicamentos.

Sociales

Comunidad: amor, sexo, descendencia

Cultura: comunicación, diálogo, educación.

Familia.

Enseñanza.

Libertades

Necesidad de viajar y volver.

Necesidad de expresarse oral y escrita.

Necesidad de formación de la conciencia.

Necesidades de movilización.

Necesidades de confrontación.

Transporte.

Comunicación.

Medios de comunicación.

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Celebraciones.

Elecciones.

Legalidad Necesidad de justicia legal. Tribunales.
Trabajo Necesidad de trabajo. Empleo.
Relación con la sociedad

Creatividad.

Autoexpresión en el trabajo.

Necesidad de comprender la propia vida.

Necesidad de ser tratado como sujeto, no como objeto.

Necesidad de tiempo liberado para nuevas experiencias intelectuales, estéticas, etc.

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Relación con los otros Necesidades de unión, pertenencia y amistades, solidaridad y ayuda. .
Relación con uno mismo

Bienestar, felicidad, alegría.

Necesidad de autorrealización, realización de potencialidades.

Necesidad de encontrar sentido a la vida.

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Relación con la naturaleza

Acceso a la naturaleza.

Comunión con la naturaleza.

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Este listado puede ser modificado con una visión más integral, comunitaria e igualitaria y menos individualista y liberal de la que presenta el autor, pero da una idea amplia del cambio de enfoque de una idea de defensa basada en la seguridad humana y en el respeto a toda la vida y a la naturaleza, respecto de lo que la defensa militar consagra como objetivos propios.

¿Qué no es un modelo de DPNV?

Con el propósito divulgativo de este texto proponemos varias aclaraciones que exigirían mucho más espacio pero que nos parecen suficientemente esclarecedoras para abogar por la defensa popular noviolenta:

1.- La Defensa popular noviolenta no es lo mismo que la resistencia civil.

La resistencia civil puede tener lugar, y de hecho la tiene, en la caja de herramientas de una concepción global de DPNV, pero no son la misma cosa y la resistencia no puede entenderse como la defensa popular noviolenta ni suplantar a ésta, porque la resistencia civil se dirige en muchos casos a la lucha contra imposiciones políticas tiránicas, una modalidad de violencia política, y la DPNV se propone como una defensa no sólo contra este tipo de imposiciones, sino, sobre todo, contra la violencia rectora que se expresa tanto en la violencia directa, como estructural y cultural en forma de mega violencia y de microviolencia y en regímenes tiránicos o de otro signo.

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2.- Se puede usar la resistencia civil en un contexto de defensa “militarista”.

De hecho, los múltiples ejemplos históricos de resistencia civil (tanto los conocidos y publicitados como los cotidianos y silenciados desde los intereses del poder) son ejemplos de resistencia que caben dentro de la táctica militar, ya sea como “recurso”, “complemento” u “opción” a elegir para defender lo mismo que defiende el militarismo, pero una vez que se ve que el uso de las fuerzas de combate es inoportuno, inadecuado o ineficaz.

La resistencia civil es una estrategia noviolenta válida, en determinadas circunstancias, frente a intentos de invasión, de ocupación, de asimilación… Pero ¿que hacer frente a la violencia cultural interna, frente al machismo dominante en la sociedad, frente a la desigual distribución de renta y posibilidades, frente a la oligarquización del poder, frente a la injusticia estructural, frente al abuso de la naturaleza, o frente a las relaciones de dependencia que condenan a otras sociedades a malvivir para garantizar nuestro progreso? ¿qué estrategia es válida para la lucha contra estos “enemigos”?

En cambio, la DPNV no pretende defender lo mismo que el militarismo, porque quiere rebasar y superar su marco. Es obvio que esto exige cambios y luchas de otra índole y que la resistencia civil no es, en estos casos, la defensa necesaria.

Es importante, desde nuestro punto de vista, hacer esta aclaración porque, para la pretensión clásica de construir un Estado (por ejemplo, el catalán, o el kurdo), aspirar a un modelo resistencia civil para defenderse de enemigos externos, no es lo mismo que aspirar a un modelo de DPNV para defender la seguridad humana y, dado que la aspiración del antimilitarismo noviolento se enfoca más bien a conseguir lo segundo que lo primero,

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3.– La DPNV no es una defensa ideal, arquetípica, para cuando estemos en una sociedad justa ni desarrollada.

Es más, la estrategia de la DPNV no está pensada para un mundo imaginario de buenas gentes ni de ángeles, sino para ser operativa aquí y ahora, en un mundo tan contradictorio (y a veces terrible) como el nuestro y es precisamente en nuestro mundo de demonios donde tantos grupos y luchas sociales ya la practican en sus metodologías de defensa “de otra cosa” y con otros medios.

La práctica cotidiana desde la que partimos muestra que todo ese cúmulo de experiencias y hechos noviolentos, tanto resistencias civiles, como luchas sociales en diversas temáticas, prácticas de abordaje alternativo de los conflictos, etc., no son algo que tendrá que aparecer en el futuro, sino que ya se están dando, día a día, en múltiples escenarios.

Miles de personas, miles de colectividades, miles de experiencias históricas, demuestran que la defensa “social” de “otras cosas” diferentes al militarismo, ya tiene lugar aquí. Ya se practica. No hay que construirla porque ya está entre nosotros a pesar de las fallas y fragilidades de conocimientos, de preparación, de recursos y un sinfín de otras condiciones deseables.

4.- La estrategia de lucha por la paz de la defensa popular noviolenta no pasa por medidas de desarme de los gobiernos, sino de desmilitarización y de transarme.

El desarme es una medida de contención mediante acuerdos de limitación de arsenales, de los Estados y ejércitos, pero, lejos de profundizar en la idea de paz, no hace otra cosa que consagrar una idea rectora de defensa militar y de refuerzo del militarismo como metodología.

De hecho, los múltiples acuerdos de desarme adoptados por las potencias han servido más bien para modernizar sus armas obsoletas y mantener un nivel controlado de las mismas, pero no han evitado ni las confrontaciones militares en el planeta, ni la escalada de armamentos y la ideología de confrontación militar.

Tampoco han servido para provocar ninguna suerte de dividendo de paz de las supuestas limitaciones de recursos bélicos, ni tampoco una conciencia más pacífica ni un verdadero avance de la idea de paz.

La verdadera estrategia de defensa alternativa aspira a un cambio moral y social de las conciencias y las prácticas, mediante la desmilitarización y el cambio de estructuras violentas hacia otras pacíficas. No pretende impulsar políticas de desarme sino políticas que lleven aparejado el cambio de mentalidades y la desmilitarización.

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5.- La DPNV se plantea como un horizonte alternativo pero que necesita crearse, desarrollarse, procesualmente y en la historia, partiendo de lo que tenemos, pero transitando hacia otra cosa.

La idea de proceso lento de cambio de paradigma y de sustitución radical del modelo de defensa militar por otra defensa, tiene a su vez mucho que ver con la aspiración hacia cambios globales de nuestra sociedad en otras dimensiones fuera de la militar.

Desde la DPNV se habla de transarme o de desmilitarización para referirnos a este proceso gradual de quitar poder al modelo militar y empoderar en paralelo (no después) el modelo desmilitarizado de defensa social.

Este proceso es, por ello, un tema de agenda y una Propuesta política de la DPNV que va más allá del desarme y que apuesta por promover estrategias de cambios en lo realizan, en lo social, en lo cultural, en lo económico, etc. para ir desmilitarizando la sociedad en todas sus dimensiones

La DPNV, como modelo de defensa alternativo, preconiza la desmilitarización de la defensa y propone doctrinas de lucha social noviolentas como medio.

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6.- Para el antimilitarismo y las propuestas noviolentas esta idea de alternativa de defensa conlleva tareas y responsabilidades específicas e indelegables para llevar a la agenda de los movimientos alternativos al convencimiento de que la coordinación de luchas y los objetivos compartidos deben configurarse, también, en términos de alternativa global de defensa y desmilitarización de nuestra sociedad.

Para ello debemos cada vez más llenar de contenido una idea alternativa de lucha radical contra el militarismo y por la desmilitarización social que contraponer al modelo de defensa vigente.

Discutir, idear, contar y promover un itinerario de desmilitarización capaz de orientar una agenda de lucha política estratégica y de largo plazo, puede ser una herramienta práctica de primer orden para la construcción de la apuesta hoy urgente de reconstruir nuestra oferta global antimilitarista y para convocar un nuevo ciclo de movilización y una renovación y amplificación del activismo antimilitarista. Y ello por varios motivos.

Porque puede ofrecernos concreciones tanto de luchas como de coordinación entre ellas

Porque puede servirnos de punto de diálogo con otros movimientos de lucha global y alternativa

Porque puede servirnos como agenda de reivindicación hacia la política

Porque puede encaminar tanto la labor pedagógica hacia la formación, como el oportuno y necesario debate con ésta

Porque puede aterrizar nuestra visión antimilitarista y servir, instrumentalmente, al cambio hacia el ideal de cambio de paradigma.

La alternativa de defensa se plantea así con un triple escenario: a) como una práctica actual (es decir, que ya está ocurriendo), b) como un horizonte de futuro, o alternativa que nos sirve de referente para las aspiraciones y luchas presentes, y c)como un proceso de cambio y sustitución sincrónico del modelo de defensa militar por otro noviolento. (Cuadro 7)

Cuadro 7. Tres dimensiones de la alternativa de defensa

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La idea del transarme para una agenda de desmilitarización social.

Si los modelos militares, cualesquiera que se usen, no son alternativas para la paz y las propuestas de defensa no armada no tienen por qué serlo tal como hemos dicho, una alternativa de paz exige no sólo un horizonte alternativo y desencadenar múltiples procesos para superar el paradigma dominación-violencia o de violencia rectora que inspira y justifica la defensa armada, sino una dinámica de quitar poder a lo militar (desaprender la guerra, desarmar y desmilitarizar) y simultáneamente empoderar una práctica social de cooperación y noviolencia.

Dijimos que no basta con desarmar. Hay que transformar las relaciones violentas (de violencia directa estructural, cultural y de la sinergia de estas) y el patrón de violencia rectora que las anima.

A esta estrategia, lo hemos dicho ya, la podemos denominar como proceso de desmilitarización si se quiere, o como transarme (de transformación más allá del desarme) o tal vez con otra denominación más afortunada e intuitiva que se le ocurra a otro (yo llevo dándole vueltas bastante tiempo sin éxito).

Acerca del transarme, implica una dinámica de gradual y permanente provocación de múltiples procesos de cambio en los diversos ámbitos sociales y culturales, que vayan quitando poder al modelo de defensa militar (estructuras y logística, recursos humanos y materiales, gasto, estrategias, objetivos, apoyos, instituciones, etc.) hasta su completa desaparición, así como trasvasando la parte de posible uso alternativo a una defensa alternativa noviolenta, a la vez que, simultáneamente, dotando a ésta de músculo y estructuras propias (figura 8)

Figura 8

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Trasvasar y convertir a necesidades sociales

El proceso de trasvase se ve muy claro, por ejemplo, en los recursos empleados para la defensa militar. A medida que los suprimimos de ésta y desmantelamos sus estructuras, podemos trasvasar una gran parte de estos (en otras ocasiones no es posible y sólo cabe su eliminación) a la lucha contra las violencias y en pro de la seguridad humana.

Esto se puede hacer efectivo con los recursos económicos y el gasto militar, con la conversión de industrias bélicas a fines socialmente útiles y justos, con el trasvase de infraestructuras de comunicación, logísticas, de espacios naturales destinados al entrenamiento militar, con los recursos de investigación, hospitalarios y sanitarios, con los medios contra catástrofes y tantas otras a fines civiles.

Del mismo modo implica la supresión gradual del armamento y recursos militares y la paralela desmilitarización social y de las estructuras institucionales, políticas, económicas, culturales, y un largo etcétera, y la correlativa lucha por la paz y la solidaridad entre los pueblos, así como la redefinición de los objetivos de la defensa y de las estrategias.

El proceso de transarme implica la suma de múltiples procesos, cada uno con su ritmo propio en función de las oportunidades y posibilidades que la realidad nos brinda (figura 9: clica abajo en el número 2, debajo de los iconos de compartir con las redes sociales)

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