LEILA AL SHAMI: “In Syria, Civilian Lives Don’t Matter”, Marzo de 2017
Publicado originalmente en ’Hummus For Thought’ (Joey Husseini Ayoub Ed.):
Traducción: Antimilitaristes-MOC València para En Pie de Paz e insumissia
Desde la llegada de Trump al poder se ha producido una importante escalada en la intervención estadounidense en Siria, supuestamente para derrotar al ISIS.
Los Estados Unidos ya tienen cientos de efectivos de sus Fuerzas Especiales luchando en el terreno junto a las Fuerzas Democráticas de Siria y les dan respaldo con centenares de ataques aéreos. Ahora se ha desplegado una unidad de artillería de los Marines y se planea enviar más tropas de tierra.
Desde principios de este año hay informes diarios de civiles muertos durante los bombardeos estadounidenses contra pueblos y ciudades sirias. Algunos han dado lugar a matanzas en gran escala. El 16 de marzo, más de 40 civiles murieron, incluyendo niños, y más de 100 resultaron heridos en el pueblo de Al Jina, cerca de Alepo, cuando un ataque aéreo de Estados Unidos alcanzó la mezquita de Omar Ibn al-Khattab mientras la gente estaba allí reunida para la oración de la tarde.
Los Estados Unidos inicialmente negaron que el ataque estuviera dirigido contra una mezquita, afirmando que mató a militantes de Al Qaeda en una reunión. Esta afirmación fue respaldada por una portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. “No tenemos ninguna duda de que los ataques aéreos de Estados Unidos iban dirigidos contra los terroristas,” según Maria Zakharova.
Activistas y personas sobre el terreno refutaban estas declaraciones mientras los voluntarios de protección civil de los Cascos Blancos trabajaban día y noche para sacar a las víctimas de los escombros. Las investigaciones sobre fuentes de dominio público, de Bellingcat, confirmaron que el lugar del ataque era de hecho una mezquita y publicaron fotos de fragmentos de misiles estadounidenses.
- Voluntarios de los Cascos Blancos buscan víctimas atrapadas por los bombardeos estadounidenses en Al Jina, Alepo
Unos días más tarde, el 22 de marzo, un ataque aéreo estadounidense alcanzó una escuela en Mansoura, Raqa. Hasta 100 familias desplazadas de Alepo estaban refugiadas en la escuela en ese momento. Según los informes, más de 150 personas murieron, en su mayoría mujeres y niños.
Las víctimas civiles de la Guerra de Trump Contra el Terror no se circunscriben a Siria. En Iraq los EE.UU. están en alianza con milicias kurdas e iraquíes para expulsar al ISIS de Mosul. La semana pasada un ataque aéreo estadounidense alcanzó tres edificios, masacrando a más de 200 civiles. Muchos permanecieron atrapados bajo los escombros durante días sin esperanza de rescate. En Yemen, en enero, un chapucero ataque de EE.UU. contra militantes de Al Qaeda finalizó con la muerte de decenas de civiles en un pueblo de Al Bayda. A principios de este mes, un helicóptero Apache mató al menos 42 refugiados somalíes al atacar un bote en la costa de Yemen. Estados Unidos está interviniendo en el Yemen en apoyo de la coalición liderada por Arabia Saudita, ella misma responsable de crímenes de guerra.
Al mismo tiempo que Trump intesifica la guerra contra el ISIS, hay noticias de que su administración está tratando de modificar las actuales normas de combate, posiblemente para incorporar menores restricciones para las bajas civiles. Ciertamente, las víctimas de esta Guerra contra el terror superan con creces el número de víctimas causadas por el terrorismo mismo.
Según Airwars, que está vigilando los ataques aéreos de la coalición anti-ISIS en Siria e Iraq, 370 civiles murieron en la primera semana de marzo solamente. Airwars afirma también que enero fue el mes más mortífero para los civiles en Siria e Irak desde que comenzaron los ataques aéreos de la coalición, con un incremento de los bombardeos del 68 por ciento desde diciembre. Los miembros activos de la coalición también incluyen a Reino Unido, Bélgica, Francia, Dinamarca y Australia. Sin embargo, sólo EE.UU. realizó 502 ataques en Siria en enero, frente a 11 llevados a cabo por los otros miembros. En total, desde que la coalición interviene en Siria e Iraq, el número de civiles muertos es 2.715, resultado del lanzamiento de 72.771 bombas y misiles. Funcionarios estadounidenses han admitido incluso el uso de munición de uranio empobrecido, que pueden causar cáncer y malformaciones congénitas graves a las generaciones venideras.
El aspecto más notable de esta masacre de civiles a gran escala es el mortífero silencio de la comunidad mundial. La ’izquierda antiguerra’ sólo parece preocupada por las hipotéticas intervenciones que puedan dirigirse contra el tirano Bashar Al Assad, en lugar de las intervenciones reales que están destruyendo la vida de miles de inocentes. Assad, responsable de la mayoría de muertes de civiles en Siria, de centros de tortura a escala industrial y de gasear hasta la muerte a familias enteras mientras dormían, se presenta como el salvador de los males que ha causado, mientras que sus oponentes son mostrados en su totalidad como militantes yihadistas.
Esta ’izquierda’ ha adoptado sin reservas la narrativa de la ’Guerra contra el Terror’, promovida primero por el propio Assad, de una manera que avergonzaría a los neocons. No es sorprendente que el mundo a menudo vea a los refugiados sirios como potenciales terroristas cuando tales entendidos arguyen lo mismo, impidiendo la solidaridad con las víctimas del terror de estado. Algunos de estos llamados ’progresistas’ prefieren gastar su tiempo calumniando a los cooperantes que rescatan a las víctimas en lugar de denunciar los crímenes de guerra de EE.UU. y las incursiones imperiales. Algunos de ellos son los mismos que promovieron la candidatura de Trump para la presidencia como la opción supuestamente ’anti-intervencionista’.
“Estados Unidos está atacando bastiones de ISIS’”, a los medios de comunicación les gusta contarnos. Sin embargo, decenas de miles de civiles permanecen atrapados en Raqa bajo la brutal ocupación de ISIS. Alrededor de 400.000 están bajo asedio en Mosul, entre ellos unos pocos miles de militantes del ISIS, y los alimentos y suministros de agua se están agotando. No sólo están en riesgo de que las bombas destrocen sus vidas, sino que muchos temen las represalias de las milicias recién llegadas, que podrían ver a los civiles como simpatizantes del ISIS.
El terrorismo no será ser derrotado por las bombas extranjeras. Cada civil asesinado únicamente produce más ira, dolor y desesperación y alimenta la narrativa que grupos como el ISIS desean promover. Numerosos países intervienen ahora en el campo de batalla sirio, contribuyendo a la matanza en gran escala. Los activistas contra la guerra deben exigir la salida de todas las fuerzas extranjeras y que los autores de crímenes de guerra rindan cuentas.