Este mes de marzo que acabamos de cerrar, con más pena que gloria, celebramos un especial aniversario sin mili en el Reino de España: el pasado día 9 se cumplieron 20 años del decreto que plasmó su suspensión. Nos costó unos pocos menos acabar con ella, pero para conseguirlo 50.000 jóvenes nos declararamos insumisos y 1.670 fuimos encarcelados por negarnos a cumplir el servicio militar y la prestación sustitutoria. En la calle, en la revuelta, nos acompañó el abrazo de miles y miles de personas. Perseveramos, fuimos La Desobediencia, estallido… fuimos junco salvaje… Somos el viento. Esa es la historia de la insumisión: perseverancia, imaginación y mucho coraje.

Desde hace muchos años marzo es un mes de fuertes contenidos simbólicos para el pacifismo antimilitarista, algunos positivamente eperanzadores como éste que recordamos hoy o como el inicio noviolento de la revolución siria, que traeremos aquí también de nuevo en breve. Otros negativos, como el comienzo la guerra de Iraq en 2003, que tratamos en nuestra anterior entrada.

En homenaje y recuerdo todas las gentes insumisas, da igual si de aquí o de Siria, Myanmar, Yemen, Egipto, Sudán, o de cualquier otra parte del planeta, volvemos a publicar una entrevista realizada al insumiso aragonés Chabier Nogueras por la revista Rojo y Negro en octubre de 1994, cuando este insumiso llevaba ya 8 meses encarcelado. «Trabajamos por una participación democrática real, horizontal, por la voluntad de la mayoría popular, por despertar el deseo de vivir dueños y dueñas de nuestra propia vida y de nuestro destino».

Porque los tiempos cambian, pero los sueños que rompen las cadenas permanecen.

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La historia de la insumisión, revisitada:


Entrevista al insumiso aragonés Chabier Nogueras
Revista Rojo y Negro, octubre de 1994

Chabier Nogueras es uno más de los insumisos presos en segundo grado. Tiene 29 años y este último lo está gastando en la cárcel de Zaragoza, si es que antes la dispersión no le agracian con un billete de turista para cualquier otro cementerio de vivos. Ha crecido con la CGT de Aragón y con los nuevos movimientos sociales. Ahora debería estar trabajando en Ruesta en la reconstrucción de otro viejo sueño colectivo. Pero un día el Juzgado le mandó una carta y… no estaba perfumada.

Rojo y Negro.— Ya han pasado más de cinco años desde que te hiciste insumiso.

Chabi.— Si, desde 1989, han sido cinco años nerviosos, de miedo, de incertidumbre…,pero también de ilusión, de esfuerzo recompensado socialmente, de apoyo mutuo inimaginable y sobre todo de un crecimiento personal y colectivo hermoso, en la resistencia y en las ideologías, para unos tiempos y unas generaciones de jóvenes asediados por el integracionismno, la decepción, el consumo y el individualismo. Siendo unos críos nos emborrachamos de utopía y la hemos hecho valer, costara lo que costara, contra el derrotismo cómodo occidental. La historia de la insumisión está escrita con perseverancia, imaginación y mucho coraje.

RyN.— ¿Qué dice el Estado de todo esto?

Chabi— Con el nuevo diseño de la imagen de lo militar que está presentando al Ejercito ante la opinión pública, casi infantilmente, como un elemento pacificador y garante de libertades, a pesar del drama internacional de las últimas guerra y de la represión de la objeción de conciencia. A través de la reforma de la Ley de Objeción y el proyecto de nuevo Código Penal pretenden salvar la situación de oposición, seguir justificando hipócritamente la defensa y cumplir muy aplicadamente con las exigencias capitalistas para ganarse plaza en el Nuevo Orden Mundial.

RyN.— Y vosotros los insumisos ¿qué queréis?

Chabi— Sencillamente promover un debate social lo más amplio posible sobre el tabú de la defensa y avanzar en la desmlitarización para construir justicia social. Y eso asumiendo las consecuencias de nuestra acción directa para apelar a la capacidad de razonar y al sentido de justicia de la mayoría. Las demandas sociales jamás se atienden desde un modelo de Estado basado en una representación política artificial que, fundamentalmente, defiende los intereses de unos pocos privilegiados gracias a la aculturización social y el monopolio de la violencia.

Creo que está claro que el sistema democrático vigente es un fraude. Nosotros trabajamos por una participación democrática real, horizontal, por la voluntad de la mayoría popular, por despertar el deseo de vivir dueños y dueñas de nuestra propia vida y de nuestro destino. El movimiento antimilitarista es tan pedagógico como revolucionario. O al menos así lo queremos y por eso nos esforzamos en el MOC.

RyN.— ¿Y la cárcel?

Chabi— Ese es el lado oscuro de este sueño. También lo que más mito y drama arrastra. Es triste tener que llegar a la cárcel para movilizar las conciencias. La cárcel es una maquinaria de castigo corporal y de exclusión alienante. La cárcel no tiene alma, es pura tortura física y psicológica. Se nos quiere hacer creer, y es sólo una ilusión siniestra, que para ponernos al abrigo de la delincuencia es necesario y suficiente meter a algunas decenas de miles de personas en la cárcel. Pero el problema radica en la alienación a través de la incultura y en la desigualdad social. En la cárcel sólo quedamos los pobres y los disidentes. Si queremos soluciones, hay que ocuparse de las causas.

La cárcel es un mal social. Su abolición es una necesidad lógica porque se trata de un sufrimiento estéril, una actitud realista, porque existen alternativas, y una exigencia de equidad si queremos ir hacia una sociedad sin clases. Pero sobretodo es un signo de humanidad, de ética y de moral. Evitar el sufrimiento ajeno debería ocupar un rango elevado en la escala de valores de este mundo moderno insultantemente avanzado.

RyN.— Algo más…

Chabi— Pues…, que ya llevo ocho meses aquí adentro, que el tiempo pasa a pesar de todo y que… un beso a la familia y a mi querida Geles. No sólo existe esta cárcel, afuera hay otra y no es menos canalla.


Imagen destacada: Acción antimilitarista en los juzgados de Zaragoza. Foto: Zaragoza Rebelde

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