8) Hacia una agenda común del antimilitarismo y las migraciones forzosas

Resta ahora abordar, para acabar esta serie de artículos, las posibilidades de ir construyendo en común desde la lucha de la gente migrante forzada y el antimilitarismo.

El encuentro de ambos mundos especifica el interés conjunto de luchas contra el paradigma de dominación-violencia que impone un orden militarizado y expulsor, bajo condicionantes de guerra y conflicto, de opresión, condiciones climáticas y sociales inadmisibles y otros factores provocadores de la migración forzada y no como ejercicio de una ciudadanía mundial, o de una voluntad libre, sino de una migración vulnerable, involuntaria e injusta.

El grave inconveniente con que nos encontramos en la actualidad es la falta de un verdadero movimiento migrante relevante y con aspiración de actoría transnacional y en los propios estados “de origen” y “acogida” y la fragilidad del antimilitarismo respecto de la potencia que tuvo en otros tiempos.

Por desgracia vemos reducidos los esfuerzos, en el campo migratorio, a meritorias ONG que actúan a su vez como tribunos de la población migrante sin actoría propia y atenazada por la ola de racismo y xenofobia ideológica (y también institucional) que la minimiza socialmente aún más.

También en el campo del antimilitarismo, y en lo que a nuestro propio Estado se refiere, la capacidad de acción se ha reducido con respecto a otros momentos, tanto por el desgaste que supuso la enorme lucha desobediente de la insumisión, como por la posterior evolución de lo que fue un verdadero movimiento dinamizador de un ciclo de protesta sin parangón. Asistimos a la presencia de grupos reducidos y en parte atomizados de resistencia a lo que está cayendo con la expansión de un militarismo polifacético y de nuevo cuño que la sociedad no quiere ver, así como al surgimiento de un pacifismo “institucional” y legalista que se enfoca como un lobby frente a los desmanes del poder, todo lo cual nos ha supuesto una menor capacidad de análisis y debate compartido, menor capacidad de movilización y una cierta ausencia de agendas de lucha y propuestas tan polifacéticas como lo está siendo la expansión militarista.

Nuestras debilidades son evidentes. Nuestras posibilidades, no por ello, dejan de estar abiertas y la sinergia que podamos crear puede potenciar, en esta ocasión, un mutuo fortalecimiento y, además, un relato más polifónico de las razones para luchar contra las lacras que compartimos.

¿Podemos llegar a desarrollar una agenda común? ¿capaz de desencadenar un ciclo de organización, autogestión, protesta y propuesta más amplio y rico? Mi opinión es que si. Y exige debates y puestas en común.

Yo me he atrevido a pensar una metodología de debate que, creo, puede enriquecernos.

Para llegar a compartir de una manera global una lucha como la que se indica, creo que hay que desencadenar cinco procesos, cada uno con sus dinámicas abiertas e impredecibles de antemano, pero que siguen cierta lógica al menos en la ordenación de metas y que exigen un constante crecimiento en interrelación y coordinación;

1.- Apoyo mutuo en luchas

2.- Construir alianzas relevantes

3.- Construir agendas conjuntas de luchas

4.- Movilizar ciclos de protesta

5.- Promover cambios relevantes

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9) Hacia una agenda antimilitarista para desarrollar y compartir con otras luchas alternativas

Desde mi punto de vista, el antimilitarismo necesita orientar sus agendas de lucha y propositivas (lo que implica un debate entre sus grupos y grupúsculos hoy muy necesario) para fortalecerse y poder desencadenar ciclos de movilización social como los que ha sido capaz de propiciar en otras épocas.

Esto es crucial para poder compartir con otras luchas sociales de las que, además, nos nutrimos y aprendemos y con las que queremos ser corresponsables.

Aunque es un debate por hacer, y por tanto cualquier intento de margar una metodología o unos contenidos a debatir no puede ser sino orientativo, propositivo, abierto al cambio, en mi criterio el debate que necesita hacer el antimilitarismo sobre sí mismo, de forma muy esquemática, gira en torno a seis grandes ejes procesuales de lucha. Los he llamado “seis erres” por aquello de conseguir algo nemotécnico que nos ayude a retener las ideas:

                1) Resistencia a la guerra y su preparación

                2) Reorientación de las ideas de paz y seguridad

                3) Redimensionamiento de las políticas de “seguridad” y del hecho militarista

                4) Reestructuración de las políticas de seguridad

                5) Reiniciar las políticas de seguridad y paz

                6) Resetear hacia un paradigma de cooperación-noviolencia

A ellos se une un eje transversal a todos los demás y que responde a los tres grandes aspectos metodológicos a fortalecer: el propio movimiento, la recuperación de nuestra memoria como punto de anclaje y reservorio utópico, y desencadenar el empoderamiento social como instrumento y palanca privilegiada de transformaciones sin vuelta atrás.

Con arreglo a estos seis ejes, deberíamos ser capaces de rellenar de contenidos cada uno de ellos.

En mi caso, de forma provisional, he rellenado una supuesta ficha (Puede haber otras visiones que rellenen la misma de distinta manera o que incluso varíen los ejes) del siguiente modo

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Cada uno de estos ejes nos permite, a su vez, rellenar una segunda ficha, relativa a luchas (campañas, argumentarios, acciones, propuestas de movilización, etc.) de itinerarios para una agenda de lucha. Yo, igualmente, la he rellenado de forma inductiva (es decir, como algunas preferencias pero a título de ejemplo, pues se necesitaría  debatir y concretar las que sean fruto de una inteligencia colectiva). Lo he hecho, además, partiendo de la idea de generar una doble dinámica que en la medida de lo posible debería darse en paralelo (es decir sin relegar una a la otra) :

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Si somos capaces de estas clarificaciones, considero que será más fácil compartir ideas con otras propuestas globales que, hoy por hoy, nos llevan la delantera en sus debates, en la profundización de sus propuestas, en su práctica social, en su capacidad de movilización y cambio de mentalidad y en su madurez para abordar agendas conjuntas de luchas que, si no se dan de forma compartida, nos restan oportunidades de crecer en la alternativa que buscamos.


Puedes leer aquí los artículos anteriores de esta serie de cinco:
Militarismo y migración forzada (I): Hay dos rutas
Militarismo y migración forzada (II): La ruta migratoria Sur/Norte
Militarismo y migración forzada (III): ¿Una mera coincidencia?
Militarismo y migración forzada (IV): Militarización del hecho migratorio en España

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