Hoy, Día Internacional de la Paz, según la denominación propuesta por Naciones Unidas, volvemos la vista hacia Afganistan donde hace ahora 17 años, apenas un mes después de los escalofriantes atentados contra las «torres gemelas» del World Trade Center se iniciaría la igualmente despiadada «Operación Libertad Duradera» del Ejército estadounidense, dando lugar a la etapa inicial de lo que se llamaría «guerra contra el terror«, rápidamente trasladada a Irak articulando para ello burdos engaños dirigidos a convencer de su necesidad a la opinión pública internacional.

Denominación la de «guerra contra el terror» que adoptarian, entusiastas, la mayoría de los gobiernos, occidentales o no, para justificar, una y otra vez, todo tipo de brutalidades contra las poblaciones civiles de diversos países, teniendo como principal horizonte los propios intereses de poder de esas élites gobernantes, desde Marruecos hasta Congo o Yemen, desde Siria hasta Ucrania o Libia, desde el mencionado Irak, de nuevo, a Myanmar, a Nicaragua o México…Mientras Europa dá la espalda criminalmente a las víctimas de esos mismos conflictos armados construidos, prolongados o directamente olvidados por sociedades supuestamente «desarrolladas», buscando su propio beneficio como es, entre otros, el de la venta de armamento a países en conflicto.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Guerras_y_conflictos_actuales

 

Y volvemos la vista en esta ocasión hacia Afganistán porque, una vez más, allí es la propia gente, pese a todo, la que ha tomado la iniciativa de decir No a la Guerra, en este caso con total hartazgo tras décadas de sufrirla, como antes sucedió en tantos otros paises rotos por la barbarie del terror que expanden en todo el planeta quienes, ya sea bajo estructuras estatales o supraestatales, o fuera de ellas, masacran mediante el uso de las armas a sus congéneres.

Creemos necesario poner desde aquí el foco en esas iniciativas (como lo hemos hecho antes con artículos sobre Siria, Irak, Yemen…), que son silenciadas de forma pertinaz por los medios de formación de masas (también tanto en oriente como en occidente) porque es desde abajo, en la extensión y el conocimiento de esas iniciativas que empoderan a la gente, y no en los despachos con moqueta o en los cuarteles generales de los ejércitos, donde se puede asentar, de verdad, una paz duradera y justa.

Porque cada día internacional de la paz es, en realidad, cada amanecer en que la gente en cualquier parte del planeta recobra la esperanza de que, junta, puede alcanzar la paz, contra las armas, contra los ejércitos, contra las alianzas militares, contra los déspotas, contra el terror. Sí, es entonces cuando ese día amanece,y  no cada vez que una «autoridad» dictamina, aunque sea desde el edificio de Naciones Unidas, que el día que vives debe ser celebrado.

 

Cómo el movimiento afgano por la paz está ganando simpatías


Publicado originalmente en Waging Nonviolence, 13 de septiembre de 2018. Traducción de antimilitaristes-moc

 

Roshni Kapur

En mayo de 2018, un grupo de siete afganos de la provincia de Helmand, controlada en su mayor parte por los talibanes, emprendió un viaje de paz de más de 600 kilómetros a la capital, Kabul, que desencadenó un movimiento nacional.

Los residentes de Helmand han estado pagando un alto precio desde que la provincia se convirtió en un campo de batalla entre las fuerzas afganas y los talibanes. El catalizador de la marcha por la paz fue un atentado con coche bomba durante un combate de lucha libre en marzo, en el que murieron 14 personas.

Los manifestantes comenzaron con una huelga de hambre y una sentada en la capital de la provincia, Lashkar Gah, 24 horas después del atentado suicida para exigir el fin de la violencia. Los activistas se reunieron tanto con el gobierno como con los talibanes, pero como no obtuvieron resultados, decidieron ir a Kabul para seguir defendiendo su mensaje pacifista.

Los afganos, cansados de la guerra, viajaron por todo el país, atravesando un terreno difícil bajo un sol abrasador. El último tramo de su marcha tuvo lugar durante el mes sagrado del Ramadán, y continuaron mientras observaban su ayuno. Fueron acogidos en los pueblos por los que pasaron y se les ofreció comida, agua y lugares para descansar.

En total, marcharon por seis provincias, pasando por zonas controladas por los talibanes. En la ciudad de Ghazni, los talibanes incluso les advirtieron que no entraran en una zona porque sería peligroso. «Nos reunimos con combatientes talibanes y, después de la presentación, nos dijeron que no debimos haber venido aquí porque el área está sembrada de bombas, y que habían planeado un ataque«, dijo uno de los manifestantes The Telegraph. «Después de minutos de discusión con ellos, parecían cansados de todo esto y de la guerra. Nos dirigieron de vuelta a la zona más segura«.

Su tenacidad y coraje atrajeron a un centenar de afganos de lugares como Kandahar y Herat para que se unieran a su movimiento por la paz, incluyendo mujeres. A las manifestantes se les pidió que regresaran a sus hogares después de protestar durante el día, debido a la sensibilidad tradicional de pasar las noches en las carreteras. Llegaron a Kabul cuando el alto el fuego sobre Eid al-Fitr estaba a punto de finalizar en junio. Los manifestantes habían recorrido más de 600 kilómetros a pie durante 40 días. Los habitantes de Kabul les dieron un cálido saludo y les ofrecieron comida y agua.

A pesar de estar agotados, los manifestantes estaban listos para la siguiente fase de su activismo. Se reunieron con el presidente afgano Ashraf Ghani y le dieron una lista de demandas para una paz sostenible. Algunas de las demandas incluían la designación de un lugar para las conversaciones de paz, la intermediación en un alto el fuego de un año de duración y la puesta en marcha de un nuevo mecanismo que tenga en cuenta los intereses y las necesidades de todos los afganos. Los manifestantes también formaron un comité para hacer llegar a los talibanes un conjunto similar de demandas.

Los activistas luego realizaron protestas frente a la oficina de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMI) y enviaron una carta al Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, instándolo a adoptar un enfoque proactivo hacia el conflicto en curso en el país.

El grupo también se dirigió estratégicamente a las principales partes interesadas e instituciones, como las embajadas estadounidense, británica, rusa, iraní y pakistaní, que se considera que tienen una participación externa en la guerra. Realizaron sentadas durante tres días frente a cada una de las embajadas y planean convocar manifestaciones de solidaridad en sus países de origen. «Al hacer nuestras manifestaciones, queremos crear una relación entre nuestro pueblo y los ciudadanos de esos países«, dijo Bismillah Watandost, uno de los manifestantes, TOLO News. «Y esperamos que los ciudadanos de los países extranjeros pregunten a sus gobiernos por qué los afganos protestan frente a sus embajadas«.

Después de Kabul, los manifestantes de Helmand continuaron con su misión caminando descalzos otras 340 millas para llegar a Mazar-e-Sharif del 10 de agosto al 11 de septiembre. Su propósito era llevar su mensaje de paz a los residentes del norte de Afganistán. También llevaron a cabo conversaciones con líderes religiosos, ancianos tribales y el público en general en los lugares donde se detuvieron. Los manifestantes habían desarrollado varias estrategias de persuasión y disuasión adaptadas a las diferentes instituciones que abordaban.

Su activismo fue el resultado de una estrategia bien planificada para llegar a sus conciudadanos de las provincias del sur y del norte. El movimiento fue dirigido por Iqbal Khaibar, que es un activista de Helmand y fue un miembro clave de la sentada de Lashkar Gah. Khaibar dijo que temían represalias en el camino, razón por la cual desarrollaron una estrategia para establecer grupos de apoyo que continuarían la marcha si algunos de los participantes eran atacados o asesinados.

Además, la marcha por la paz surgió en el momento oportuno, justo cuando el gobierno afgano se dirigió a los talibanes con una oferta incondicional de alto el fuego. El Consejo Superior de Paz de Afganistán, órgano establecido por el ex Presidente Hamid Karzai para negociar con los talibanes, también ha hecho público su apoyo al movimiento de paz de Helmand. El Consejo ha desempeñado un papel importante en el proceso de reconciliación y consolidación de la paz en el país.

Protestas a nivel nacional

La marcha por la paz de Helmand ha sentado un precedente para otras protestas noviolentas en todo el país. En junio, mujeres y niñas afganas recibieron personalmente a los talibanes con flores en la provincia de Helmand y les instaron a ampliar el alto el fuego de Eid al-Fitr. Aunque los talibanes no respondieron a la solicitud de prórroga de la altodel fuego, la protesta fue audaz. Su acción habría sido impensable en las últimas décadas, cuando existían restricciones estrictas a la libertad de movimiento de las mujeres. La mayoría de las mujeres afganas no salen de sus casas para asistir a las protestas. Al salir a la calle para una protesta exclusivamente femenina, demostraron su audacia y su fuerza.

El movimiento por la paz ha sido uno de los factores clave que ha presionado tanto al gobierno como a los talibanes para alcanzar un acuerdo de paz y poner fin a la guerra civil. El alto el fuego de tres días durante Eid al-Fitr fue producto de esta resistencia noviolenta, que presionó a los talibanes para que aceptaran la oferta. Aunque los talibanes descartaron la oferta del gobierno de otro alto el fuego durante Eid al-Adha, no han detenido el impulso del movimiento pacifista. En Afganistán surgen regularmente más marchas por la paz, protestas y actos de desobediencia civil.

Lo que impulsa el movimiento por la paz es la creciente inseguridad y el aumento de la violencia desde 2001. La mayoría de los afganos simplemente están frustrados con sus condiciones de vida y quieren que la guerra termine. El Programa de Datos sobre el Conflicto de Uppsala ha mostrado un aumento en el número de víctimas en los últimos años. En 2001, hubo 5.553 muertes en el país. En 2017, el número se elevó a 19.694.

Una encuesta de la Fundación Asia 2017 reveló que a medida que ha aumentado el número de víctimas mortales, también ha aumentado el temor por la seguridad personal o la inseguridad: del 40 por ciento en 2001 al 71 por ciento en 2017. La encuesta también demostró que el movimiento refleja la opinión pública del Afganistán. Descubrió que más del 60 por ciento de los afganos piensan que un proceso de paz daría paso a una estabilidad a largo plazo en el país, y más de la mitad de los afganos piensan que es probable que se produzca una reconciliación con los talibanes. Este mandato creciente para un proceso de paz ha añadido peso al movimiento de paz del país.

Aunque los manifestantes de Helmand no han dicho nada sobre su próxima fase de activismo, el movimiento por la paz se ha convertido en un fenómeno nacional. Se ha ganado las simpatías de los afganos corrientes. Además, también fue alentador ver a los talibanes mostrar compasión por los activistas por la paz. Actualmente, los manifestantes de Helmand están interactuando con los residentes del norte para obtener más apoyo para su movimiento.

«Vamos a las aldeas y nos reunimos con la gente para dar apoyo a nuestra tarea«, dijo Mirwais Kanai, uno de los organizadores. «Al principio, algunas personas tenían dudas y culpaban a los manifestantes por ser un complot extranjero o del gobierno. Por eso sólo un pequeño número de manifestantes marchó a Kabul. Hemos estado trabajando en la mentalidad de la gente y ahora la gente ha comprendido que realmente estamos trabajando por la paz«.

Compartir