Recientemente se ha dado a conocer por el gobierno el proyecto de presupuestos generales para 2021. Aparentemente se trata de los presupuestos más sociales de la historia, si hacemos caso a las explicaciones de los ministros encargados de su defensa, aunque esta atribución la hicieron también para los suyos Zapatero, Montoro y cuantos les han precedido y debemos por tanto ser cautos con los alardes. Porque el Gasto Militar en 2021 deja unos presupuestos deliberadamente infectados por ese gasto desmesurado e insolidario de siempre, que cuestionamos año tras año.

En lo que se refiere al gasto militar, estos nuevos presupuestos no son tan novedosos y sí una continuidad con la línea que podemos observar en los anteriores. En esta primera parte de su disección nos detenemos también, para visualizarlo, en los gráficos de su evolución en los últimos años.

En lo que se refiere al gasto militar, estos nuevos presupuestos no son tan novedosos y sí una continuidad con la línea que podemos observar en los anteriores.
En esta primera parte de su disección nos detenemos también, para visualizarlo, en los gráficos de su evolución en los últimos años.

Juan Carlos Rois para En Pie de Paz

Conforme a la prédica laudatoria de la ministra de defensa, gastaremos en Defensa 9.411,42 millones de euros, una ligera subida respecto a 2020 y años anteriores, pero vamos a ver que esto no es verdad. Y que, lo que es más grave, el dineral empleado en defensa lo será sobre todo para sostener una estructura militar y militarista de la seguridad y de la defensa, la misma que venimos arrastrando desde siempre, que cronifica el decálogo de problemas endémicos de nuestro insostenible militarismo y que profundiza en la lógica de dominación-violencia a escala tanto interna como mundial a la que los ejércitos sirven.

1. Composición de «nuestro» gasto militar

Nuestro gasto militar es exagerado y alcanza anualmente cifras que superan, según quién lo mida, los 20.000 millones de euros o los 30.000.

Este año nos situaremos, al menos, en 34.525,08 millones de euros, un gasto que equivale a 94,6 millones de euros al día, 3,9 millones a la hora, o a unos 730 euros por persona y año de los que habitamos en el Estado español.

Se trata de una cifra inasumible para la mentalidad de nuestra época. Los últimos estudios disponibles del CIS afirman la poca sintonía de los españoles con el gasto militar.

La desgracia de la pandemia que padecemos, además, ha servido para verificar el agravio comparativo de las políticas públicas destinadas al militarismo y la securitización en comparación con las destinadas a los cuidados y las necesidades sociales que constituyen los principales enemigos de la sociedad.

Probablemente sea por esta impopularidad por lo que nuestros políticos encubren y ocultan el verdadero gasto militar, metiéndolo en partidas insospechadas de otros ministerios ajenos al de defensa.

Es un truco que no cuela. De hecho, la propia Intervención General de la Administración del Estado lo critica y asigna en sus informes sobre la ejecución de los presupuestos generales del Estado como gasto militar partidas que se encuentran en otros ministerios ajenos, principalmente relacionados con la financiación por parte de industria de parte de los programas de armas.

Por otra parte, el gasto estimado en los presupuestos generales del estado es muy engañoso e inseguro, pues lo habitual es que entre el presupuestado y el ejecutado haya diferencias muy considerables, de más del 30% de media, otra de las características del gasto que, junto con su opacidad y el descontrol, critica tanto la IGAE como el propio Tribunal de Cuentas.

Si atendemos a las definiciones de gasto militar que se han elaborado (tanto por la ONU, como por el FMI, el propio criterio OTAN y otros tantos) debe considerarse gasto militar todo aquel que financia la estructura y actividad de la defensa y se encuentre en el capítulo presupuestario en que se encuentre. Particularmente hay consenso en considerar gasto militar el de operaciones militares o bases en el exterior, el de las pensiones militares y clases pasivas, la adquisición o financiación de armas, la deuda financiera que puedan alcanzar éstos, etcétera.

En nuestro caso, llama la atención la disparidad de estimaciones que, aparentemente con el mismo criterio de asignación de gasto, estiman el gasto militar español.

Así, por ejemplo, para 2019 el gasto estimado por el Gobierno español fue de 8. 537 millones de euros sin contar con el de los organismos autónomos y el CNI, gasto que elevó a 9.728 millones la IGAE, la OTAN lo estimó en 12.336 millones, el FMI lo estimó en 14.305 millones, el IEE en 15.714 millones, el SIPRI en 15.342, y el Centro Dèlas y los antimilitaristas de Tortuga en más de 20.000 y 31.000 millones respectivamente.

¿Qué quiere decir esto, sobre todo cuando la mayoría de los indicadores señalados responden, según ellos mismos declaran, al criterio OTAN de Gasto militar? Pues principalmente que el nivel de ocultación sofisticada de nuestro gasto militar es abrumador… y también que algunos de estos institutos tienen una confianza más que excesiva en los datos que le proporciona el gobierno, sin indagar más allá o sin leer en los “renglones torcidos” de sus datos.

En nuestro caso, vamos a ofrecer una estimación provisional y basada en la información de que, hoy en día, dispongo.

Me gustaría enfatizar lo de estimación, porque intentar acertar con la cifra del gasto militar español se me antoja algo casi imposible, dado el escandaloso grado de descontrol, opacidad y ocultación deliberada que contiene éste.

Probablemente la estimación fijará más bien un suelo; suelo que puede ser superado por la realidad distópica que vivimos y que con tiempo podremos ir aquilatando.

A grandes rasgos nuestro gasto militar se compone de

Un gasto explicito, que es el que el Ministerio de defensa refiere cuando nos quiere decir que no invertimos ni el 1% del PIB en defensa.
Un gasto que cualquier observador medianamente informado puede considerar como gasto militar, que es el que se compondría sumando al gasto del Ministerio de Defensa, las partidas de los organismos autónomos militares, las del Ministerio del interior destinadas a la guardia civil y las clases pasivas militares. En este caso, la cifra se elevaría a 18.228 millones de euros
La suma de incorporar a estos el que se encuentra oculto en los presupuestos de otros ministerios e instituciones, lo que nos pondría en un gasto militar 19.541,04 millones de euros
Las estimaciones que, por la aplicación de partidas plurianuales de gasto destinado a lo militar, por las cantidades que ya se sabe que van a gastarse en intervenciones militares en el exterior que no se han reflejado ni en los gastos de defensa ni en los del ministerio de exteriores, para pago de intereses de deuda imputable a lo militar o por el desvío que anualmente sufren los presupuestos militares (alcanza mas del 34% de desvío) se pueden hacer de forma más o menos prudente. En nuestro cálculo supondrá alcanzar una cifra de gasto militar de 28.906,07 millones de euros.
Y, por último, la suma que a esta cantidad podemos hacer por lo que hemos llamado deuda extraordinaria, que sitúa la cifra mínima que en este año estimo que alcanzará nuestro gasto militar en 34.525,08 millones de euros.

Se puede comprobar con el cuadro siguiente:

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Es un gasto militar desmesurado, pero la desmesura es una constante en nuestro caso, porque la evolución, pongamos desde 2015 a 2021, demuestra una consolidada y deliberada opción por un gasto militar enorme.

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Este aumento de gasto militar a lo largo del período de tiempo puede rastrarse también hacia atrás, al menos desde tiempos de Felipe González.

Otro rasgo de tal crecimiento es que se ha dado por igual en cada uno de los grandes componentes del gasto, tanto el del ministerio de defensa, en el gasto oculto en los demás ministerios e instituciones, así como en el gasto total, una vez sumadas las partidas extrapresupuestarias de nuestro gasto militar.

Lo podemos ver en el cuadro siguiente

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No debemos llevarnos a equivocación, los datos no engañan. El actual gasto militar no hace sino consolidar una política en la que existe consenso de fondo entre nuestra casta política desde la transición: un gasto elevado y creciente que, dicho sea de paso, se oculta en gran parte porque la opinión pública y las preferencias sociales son contrarias a dicho gasto. . El hecho de que ahora tengamos un sedicente gobierno progresista no varía esta realidad. También éste muestra su preferencia por un inmenso y creciente gasto militar.

Y para 2021 se elevará al menos a 34.525,08 millones de euros, según los presupuestos que se nos presentan y las proyecciones que a partir de estos se pueden hacer. Esta es la cantidad que están barajando ahora los que “negocian” los presupuestos y por eso llama la atención el triunfalismo y la satisfacción que muestran algunos partidos por tener unos presupuestos tan “sociales” que esconden el caramelo envenenado de un gasto militar disparado.

Precisamente es esta una de las razones por las que me he apresurado a ofrecer una estimación ahora, sin esperar a más, a que bendigan los presupuestos como si nadie se hubiera dado cuenta del enorme peso militar que contienen: un gasto militar de 94,58 millones de euros diarios, una cantidad de la que no disponen las más de 150 familias diarias que son desahuciadas por media en España, o los más de 750.000 solicitantes de ingreso mínimo vital, o los más de 3.700.000 parados, o los afectados por diversas enfermedades que pueblan nuestros hospitales infradotados, o las miles de víctimas de violencia machista que a lo largo del año se encuentran en situación desesperada, o los varios millones de menores en riesgo de pobreza y vulnerabilidad de los que nos alertan algunas instituciones, por poner algunos ejemplos sangrantes.

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2. Cuadro del gasto militar español 2021

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