En el activismo contra la guerra de Yemen no hay que enfrentarse a una arrasadora campaña de desinformación en redes, como la que generó el Kremlin a raiz de su despliegue militar en Siria, invirtiendo tantos y tan descomunales esfuerzos para deslegitimar al movimiento noviolento sirio y su revolución pacífica , e intentando enturbiar todo vestigio de las protestas civiles: sin ese entramado digital en contra, los grupos liderados principalmente por mujeres estadounidenses de origen yemení están ahora generando impulso para poner fin a la “guerra olvidada” del mundo, la que sufre su castigado país, Yemen, desde finales de 2014. Al poder dedicar por completo su tiempo como activistas no a defenderse de esa clase de infundios que intoxicaron el relato sobre el conflicto sirio, si no, directamente, a enfatizar el apoyo y la solidaridad humana, en los EE.UU se está pudiendo desarrollar, así, una ejemplar y poderosa movilización contra la guerra de Yemen.
La movilización por Yemen es un modelo poderoso para el movimiento por la paz de hoy
Imagen destacada de esta entrada: Yemeníes, y gentes aliadas, en un mitin frente a la oficina de San Francisco de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en julio de 2021. (Twitter/ActionCorps)
Sarah Freeman-Woolpert para waginnonviolence.org, 3 de junio de 2022
Desde la brutal guerra en Ucrania hasta el devastador tiroteo en una escuela de Uvalde, Texas, la agresión y las atrocidades masivas parecen definir el mundo actual. Sin embargo, incluso mientras navegamos por este trauma y por la tragedia, hay destellos de esperanza que se encuentran en las historias menos conocidas de acción colectiva, cuando la gente se une frente a estos terribles acontecimientos. Ahora más que nunca, el mundo puede aprender a desafiar la violencia a partir de quienes se organizan para la paz.
Quizá no haya mejor ejemplo que la movilización para poner fin a la guerra de Yemen, un país con una rica historia y una cultura vibrante, pero que a la mayoría de estadounidenses les costaría encontrar en un mapa. Durante años, una pequeña y estrecha red de activistas dirigida principalmente por mujeres yemeníes-estadounidenses ha impulsado una gran movilización por la paz. Trabajando con presupuestos muy reducidos y sin mucha fanfarria, organizan concentraciones, se reúnen con los responsables políticos y dirigen actos comunitarios. Muchas compaginan su activismo con trabajos a tiempo completo o tareas escolares, mientras cuidan de sus hijos o de sus padres mayores.
Quizá no haya mejor ejemplo que la movilización para poner fin a la guerra de Yemen: durante años, una pequeña y estrecha red de activistas dirigida principalmente por mujeres yemeníes-estadounidenses ha impulsado una gran movilización por la paz.
«Nos apoyamos mutuamente», afirma Jehan Hakim, del Comité de la Alianza Yemení, un grupo de base en el Área de la Bahía. «Es más que un movimiento antiguerra. Es una hermandad».
Tras años de organización, el activismo vio por fin un importante paso adelante esta semana, ya que la Cámara de Representantes de EE. UU . presentó una medida bipartidista para poner fin al apoyo de EE. UU. a la guerra. Al día siguiente de la presentación de este proyecto de ley, la tregua temporal en Yemen se prorrogó otros dos meses. Bajo la tregua, sus habitantes han experimentado el período más largo sin ataques aéreos en siete años, y los primeros vuelos comerciales han salido de Yemen desde que comenzó la guerra.
(Cobertura anterior: El pueblo yemení está pasando hambre, por lo que un activista de Detroit se declaró en huelga de hambre en solidaridad.)
Desde 2014, la guerra liderada por Arabia Saudí en Yemen ha causado devastación en la población yemení, contribuyendo a la peor crisis humanitaria del mundo, en la que han muerto más de 370.000 personas , ya que la coalición saudí ha bombardeado bodas, hospitales y un autobús escolar lleno . de niños De hecho, un niño yemení muere cada 10 minutos solo por causas prevenibles. EE. UU. sigue proporcionando apoyo logístico, piezas de repuesto y mantenimiento a la coalición saudí, a pesar del anuncio del presidente Biden en febrero de 2021 de que pondría fin al apoyo de EE. UU. a las operaciones ofensivas de la coalición.
…el movimiento para poner fin a la guerra de Yemen está construyendo un modelo de lo que puede ser un poderoso movimiento por la paz cuando se basa en una cultura de la solidaridad.
Mediante protestas, huelgas de hambre, reuniones con responsables políticos y acciones creativas, el movimiento para poner fin a la guerra de Yemen está construyendo un modelo de lo que puede ser un poderoso movimiento por la paz cuando se basa en una cultura de la solidaridad. Al centrarse en la experiencia de las personas más afectadas por la guerra y honrar los muchos papeles únicos que cada cual puede desempeñar, sus esfuerzos demuestran que las activistas por la paz pueden dar forma a una historia diferente: una en la que el mundo no se define por la violencia, sino por la forma en que las comunidades se organizan frente a la violencia y trabajan juntas para construir la paz.
Los orígenes de un movimiento de base contra la guerra de Yemen
Durante años, una serie de activistas han trabajado para sensibilizar a la opinión pública y presionar a quienes legislan en países como Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido para que pongan fin a la venta de armas y al apoyo a la guerra.
Según Neda Saleh, una activista de origen yemení que creó un club de instituto llamado Hands Off Yemen, la falta de conocimiento público sobre la guerra era un problema importante cuando empezó a organizarse en 2017. «La gente nos preguntaba: ‘¿Hay una guerra en Yemen? Qué está pasando?»
Una fuente de poder detrás del movimiento antiguerra de Yemen proviene de la organización comunitaria muy unida que está funcionando entre bastidores. El enfoque confiado y acogedor para involucrar a nuevas personas en sus esfuerzos permite a este grupo de activistas sentirse apoyados y sostenidos a medida que crecen en este trabajo conjunto.
«El trabajo que realizamos no se basa en ningún programa político ni en nada que tenga que ver con el reconocimiento»,
«El trabajo que realizamos no se basa en ningún programa político ni en nada que tenga que ver con el reconocimiento», afirma Iman Saleh, un organizador yemení-estadounidense que trabaja con el Movimiento de Liberación Yemení de Detroit. «Es un profundo sentido de humanidad, y ver no sólo a nuestras familias desde el punto de vista de la sangre, sino a nuestras familias desde el punto de vista de la propia existencia, que han estado sufriendo durante tanto tiempo».
Después de sus primeros días organizando una venta de pasteles para recaudar dinero y crear conciencia cuando era estudiante de secundaria, Neda Saleh pasó a trabajar con otro grupo llamado Action Corps, que surgió de Oxfam. Fue en ese momento que Neda se dio cuenta: “No éramos solo mis primos y yo repartiendo galletas en las calles de San Francisco. La gente estaba presionando a sus representantes del Congreso. Esa parte fue muy poderosa para mí”.
Neda llamó a sus primos en junio de 2021 para ayudar a planificar un mitin de la coalición frente a la oficina del representante Ro Khanna. A pesar de su historial progresista en muchos temas de política exterior, Khanna no había respondido a las solicitudes de reunión de la coalición más amplia. Luego, finalmente, el día de la manifestación, su director legislativo se acercó y se ofreció a programar una reunión con Khanna. “De hecho, podríamos hablar con la persona que toma la decisión”, dijo Neda. “Mostró que nuestro trabajo tuvo un impacto”.
Acogida de diferentes roles diferentes en el movimiento
Como teorizó el activista cuáquero Bill Moyer en su influyente libro “Doing Democracy”, los movimientos fuertes necesitan personas que desempeñen muchos roles diferentes . Esto incluye ayudantes que prestan servicio directo a quienes lo necesitan, gente de la abogacía que trabaja con legisladores, quienes trabajan en organización reuniendo a un gran número de personas para tomar medidas y a la gente más rebelde que participa en acciones disruptivas y desobediencia civil.
Cuando se trata de Yemen, una variedad de grupos y organizaciones han puesto sobre la mesa sus habilidades y fortalezas, al mismo tiempo que brindan oportunidades para que las y los jóvenes organizadores prueben diferentes roles y encuentren las tácticas que les parezcan más energizantes.
Hay quien desempeña un papel de rebeldía, creando crisis y urgencia a través de la desobediencia civil. Un ejemplo claro fue la huelga de hambre de 24 días que llevó a cabo Iman Saleh con más activistas frente a la Casa Blanca en 2021. Otro fue el protagonizado por un grupo de activistas canadienses frente a la oficina del viceprimer ministro en Toronto, donde dejaron caer a lo largo de una fachada una pancarta de varios pisos en la que se leía «Blood on your hands» (sangre en tus manos) para protestar por las exportaciones de armas canadienses a Arabia Saudí.
Mientras tanto, otras personas desempeñan el papel de ayudantes, atendiendo las necesidades inmediatas sobre el terreno. Esto incluye a la gente más pequeña en el Reino Unido que establecieron puestos de «Limonada para la ayuda de Yemen» («Lemonade for Yemen Aid») para recaudar dinero para la ayuda humanitaria en Yemen. Organizaciones como Yemen Relief and Reconstruction Foundation (Fundación de Ayuda y Reconstrucción de Yemen) brindan apoyo directo a familias en Yemen a través de redes locales de voluntariado.
Hay quien desempeña un papel de rebeldía, creando crisis y urgencia a través de la desobediencia civil. Un ejemplo claro fue la huelga de hambre de 24 días
También hay quienes se centran en el papel del asesoramiento sobre la legislación y se relacionan directamente con responsables políticos. La organización para la que trabajo, el Comité de Amigos para la Legislación Nacional , o FCNL, ha movilizado equipos locales de personas defensoras de la paz para llevar a cabo cerca de 200 reuniones con legisladores y legisladoras desde enero. Algunas de estas personas defensoras encuentran formas creativas de desempeñar este papel, como Carol DiCaprio Herrick, residente de Charlottesville, Virginia, quien se vistió con un disfraz de ángel y se situó en el arcén de una calle muy transitada con un cartel que decía: «El cielo sabe que debemos poner fin al apoyo de Estados Unidos a la guerra de Yemen». El cartel incluía el número de teléfono de la centralita del Congreso.
Al mismo tiempo, muchos grupos desempeñan el papel de organizadores, reuniendo a un mayor número de personas para aumentar la presión a través de la acción colectiva. Organizaciones como Action Corps, el Comité de la Alianza Yemení y Peace Action han movilizado a un gran número de personas para llamar la atención sobre la guerra con eventos como el Día de Acción Global de Yemen el 25 de enero de 2021. Ese día, más de 100 organizaciones pidieron al presidente Biden que pusiera fin al apoyo de Estados Unidos a la guerra en Yemen como parte de sus primeros 100 días en el cargo. Desde acciones a gran escala en la ciudad de Nueva York, San Francisco y Chicago hasta mítines más pequeños en Vermont y Nuevo México , los grupos organizadores han aumentado la conciencia pública y han presionado a quienes legislan para que dejen de apoyar la guerra.
Las personas y organizaciones que desempeñan estos papeles o roles han desarrollado relaciones de confianza y colaboración mutuas que son refrescantes -y algo raras- de encontrar en los espacios del movimiento actual. La organización feminista antibélica Code Pink dirigió una recaudación de fondos durante el Ramadán en la que se recaudaron 20,000 dólares para la Fundación de Ayuda y Reconstrucción de Yemen. Los cuáqueros de Idaho se unieron a activistas locales de Action Corps y World Beyond War para reunirse con el personal del senador de Idaho Jim Risch, el miembro de mayor rango del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Este carácter abierto también significa que la gente puede decidir cuando no quiere desempeñar un papel determinado, sabiendo que otras personas intervendrán.
Este carácter abierto también significa que la gente puede decidir cuando no quiere desempeñar un papel determinado, sabiendo que otras personas intervendrán.
«Me resulta muy difícil hacer lobby», afirma Jehan Hakim. «Llevaba a las familias yemeníes a reunirse con el personal del Congreso, y lloraban por los ataques aéreos en sus comunidades. He aprendido a contener mis lágrimas porque no se te ve con seriedad si estás llorando. No puedo hacer que mis familiares y mi comunidad sigan pasando por eso».
En ese caso, cientos de cuáqueros, personas de fe y demás activistas por la paz pueden desempeñar un papel importante. Aunque no tengan una conexión directa con la guerra de Yemen, cuentan al personal del Congreso historias personales sobre sus propios hij@s y niet@s, y sobre cómo la infancia no debería crecer viviendo en el miedo y la inseguridad.
«He aprendido a contener mis lágrimas porque no se te ve con seriedad si estás llorando.»
«No es sostenible que hagamos lobby junto con trabajo de organización, liderando acciones digitales, protestando, organizando seminarios web», dijo Jehan. «Necesitamos su alianza».
En lugar de competir o enfrentarse, esta movilización abre el espacio para muchos roles diferentes, creando poderosas oportunidades para la creación de coaliciones y la acción creativa.
El liderazgo de las personas más afectadas
El movimiento para poner fin a la guerra en Yemen es un poderoso ejemplo de cómo los movimientos por la paz pueden y deben ser liderados por las personas cuyas vidas y familias se ven directamente afectadas por las propias guerras. El liderazgo de las mujeres yemeníes-estadounidenses permite a las organizadoras comprender cómo pueden involucrar a las comunidades estratégicamente, al conocer algunas de las reservas que la gente podría tener sobre la participación.
Después del bombardeo del autobús escolar en 2018, Neda trabajó con Hands Off Yemen para organizar una vigilia comunitaria en conmemoración de las vidas perdidas en el brutal ataque aéreo. «Decidimos que queríamos contar con integrantes de la comunidad que tal vez no se sumaran habitualmente», dijo Neda. A una parte de la población yemení estadounidense le preocupan las repercusiones que pueda tener el hecho de manifestarse en contra de la guerra, o de tener una opinión diferente sobre el conflicto, por lo que el grupo temía que no asistieran. Para hacer frente a esto, mantuvieron sus mensajes en general, y se centraron en el dolor y el luto compartidos. «Fue una de las mayores participaciones que hemos tenido en un evento», dijo.
El movimiento para poner fin a la guerra en Yemen es un poderoso ejemplo de cómo los movimientos por la paz pueden y deben ser liderados por las personas cuyas vidas y familias se ven directamente afectadas por las propias guerras.
Comprender esta dinámica hace que el movimiento sea más poderoso, y permite a quienes lo organizan centrar las perspectivas y experiencias de las personas afectadas por la guerra. «Necesitamos que más gente yemení esté representada al frente de esta causa», dijo Neda. «Contar con personas de origen yemení es crucial. Siempre les digo a mis primos y hermanas que tenemos que ser la cara de este movimiento, porque nadie entiende nuestra lucha como nosotros».
Esto no siempre ha sido así en otros movimientos pacifistas. «En muchos movimientos contra la guerra, no vemos a la gente afectada por la guerra en sí misma», dijo Jehan. «Quiero decir: ‘¿Podemos escucharles? Siempre es una pieza que falta».
Este enfoque fortalece el movimiento y conecta a quienes lo organizan con un sentido más profundo de la comunidad que impulsa su trabajo.
Alguna gente experta afirma que la reformulada presión obtenida del Congreso está forzando el compromiso saudí con la tregua, evitando los ataques aéreos y las víctimas civiles a corto plazo.
«Cuando las personas más afectadas están en el centro de un movimiento, así es como debe ser la organización», dijo Jehan. «Así es como trabajaban nuestros antepasados. Tenemos que volver a hacer las cosas como las hacían las personas mayores, llamando a las puertas y hablando con el resto. Eso es lo que me gusta de este movimiento. No es transaccional».
Ahora que se ha iniciado la tramitación de la ley en el Congreso, los y las activistas activistas trabajarán para generar apoyo en el Senado, con la esperanza de obtener el impulso suficiente para que el proyecto de ley se apruebe antes de que expire la tregua a finales de julio. Las mayorías bipartidistas en ambas cámaras del Congreso aprobaron una Resolución de Poderes de Guerra en Yemen en 2019 para poner fin al apoyo no autorizado de Estados Unidos a la guerra, pero el presidente Trump vetó la resolución . Alguna gente experta afirma que la reformulada presión obtenida del Congreso está forzando el compromiso saudí con la tregua, evitando los ataques aéreos y las víctimas civiles a corto plazo. A largo plazo, queda mucho trabajo por hacer para lograr un futuro verdaderamente pacífico en Yemen, pero las activistas dicen que este futuro debe ser determinado por la propia población yemení.
“Yemen tiene su propio derecho a la autodeterminación”, afirma Iman Saleh. “Ningún [otro] país debería involucrarse cuando se trata de un pueblo que intenta construirse un futuro”.
Construir una cultura de la solidaridad
Por encima de todo, este movimiento ha creado una cultura de apoyo y solidaridad entre organizaciones, en lugar de fomentar un sentimiento de competencia por el prestigio, las donaciones o los apoyos. Así lo demuestran, en parte, las convocatorias quincenales de la coalición, en las que participan diversas organizaciones, especialistas en políticas, activistas e incluso personal del Congreso. Un grupo de WhatsApp ha ayudado a facilitar el intercambio de información y la elaboración de estrategias, fortaleciendo aún más una comunidad que genera confianza y transparencia dentro del movimiento más amplio.
Hay activistas que también se han inspirado en otros movimientos, haciendo hincapié en la solidaridad con otros grupos que sufren la opresión. Iman Saleh, del Movimiento de Liberación de Yemen, dijo que gran parte de su activismo se inspiró en el movimiento Black Lives Matter y en los levantamientos de 2020.
…gran parte de su activismo se inspiró en el movimiento Black Lives Matter y en los levantamientos de 2020.
«Vi cómo ese movimiento refleja no sólo los problemas aquí en Estados Unidos, sino también cómo esos problemas se relacionan con el Sur Global», explica. «Esas formas de violencia de los asentamientos y la violencia militar tienen sus raíces en la misma máquina».
Esta cultura de la solidaridad se ha extendido a eventos y acciones comunitarias. Según Neda, «cada vez que planeábamos algo, aparecía más gente. Teníamos grupos filipinos de defensa, grupos palestinos, socialistas democráticos y otros que mostraban su apoyo».
Ha habido una fuerte solidaridad con activistas que trabajan en variedad de temas. Por ejemplo, en 2018, el grupo de acción climática Earth Defense Coalition (Coalición para la Defensa de la Tierra) estacionó un autobús escolar pintado frente a una instalación de Boeing con el lema «Boeing gana con el dolor de Yemen» para protestar por su venta de kits de misiles guiados y otras armas a Arabia Saudí.
“He estado en otros espacios contra la guerra”, dice Jehan, “y no he visto nada como el movimiento contra la guerra de Yemen”.
Jehan también describe “dos extremos de un espectro” en la organización contra la guerra: grupos progresistas, predominantemente blancos, y comunidades marginadas que alzan sus voces solas. “Lo que hace que el movimiento de guerra contra Yemen sea diferente es que todo encaja”, dice. “Eso es lo que lo hace hermoso”.
Sarah Freeman-Woolpert
Sarah Freeman-Woolpert es escritora, investigadora y organizadora centrada en los movimientos sociales noviolentos y en la acción creativa. Vivió durante dos años en los Balcanes, estudiando y apoyando a los movimientos de jóvenes activistas. En la actualidad, Sarah trabaja como organizadora de base por la paz y la justicia, y reside en Boston.