FIGURA 1.1 FRECUENCIA DE AÑOS DE FINALIZACIÓN DE CAMPAÑAS NOVIOLENTAS Y VIOLENTAS

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Violentas

Noviolentas

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FIGURA 1.2 NÚMERO DE CAMPAÑAS NOVIOLENTAS Y PORCENTAJE DE ÉXITOS, 1940–2006

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     Número de campañas

Porcentaje de Éxitos

FIGURA 1.3 TASAS DE ÉXITO POR DÉCADA, 1940–2006

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Noviolentas

Violentas

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FIGURA 1.4 TASAS DE ÉXITO, ÉXITO PARCIAL Y FRACASO

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Noviolentas

Violentas

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     Éxito  Éxito Parcial  Fracaso

FIGURA 1.5 TASAS DE ÉXITO POR OBJETIVO DE CAMPAÑA

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Noviolentas

Violentas

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    Cambio de régimen      Territorial  Otras      

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Este libro investiga las razones por las que, a pesar de la percepción convencional contraria, las campañas de resistencia civil han sido más efectivas en comparación con sus homólogos violentos. También consideramos las razones por las cuales algunas campañas noviolentas no han logrado sus objetivos declarados, y las razones por las cuales las insurgencias violentas a veces tienen éxito.

LA ARGUMENTACIÓN

Nuestro punto central es que las campañas noviolentas tienen en la mayor participación una ventaja sobre las insurgencias violentas, lo cual es un factor importante para determinar los resultados de la campaña. Los obstáculos morales, físicos, informativos y de compromiso a la participación son mucho menores con la resistencia noviolenta que con la insurgencia violenta. Unos mayores niveles de participación contribuyen a desencadenar una serie de mecanismos necesarios para el éxito, incluyendo un aumento de la resiliencia, mayores probabilidades de innovación táctica, la expansión de la revuelta cívica (aumentando así los costos para el régimen de mantener el status quo), y cambios de lealtad que involucran a los antiguos partidarios del oponente, incluidos los miembros de las fuerzas de seguridad. Una mayor movilización entre los simpatizantes de la zona es una fuente de poder más fiable que los aliados externos que muchas campañas violentas deben conseguir para compensar su falta de participantes.

Además, encontramos que las transiciones que tienen lugar a raíz del éxito de los movimientos de resistencia noviolenta construyen democracias más duraderas y con menos conflictos internos que las transiciones provocadas por insurgencias violentas. En general, las campañas de resistencia noviolenta son más efectivas en la obtención de resultados y, una vez que han triunfado, es más probable que establezcan regímenes con menor probabilidad de recaída en la guerra civil.

Situando nuestra argumentación entre la literatura acerca de la guerra asimétrica, las políticas de confrontación y la acción noviolenta estratégica, explicamos la relativa efectividad de la resistencia noviolenta de la siguiente manera: las campañas de resistencia noviolenta facilitan la participación activa de muchas más personas que las campañas violentas, ampliando así la base de la resistencia y elevando los costos para los oponentes en la preservación del statu quo. La participación masiva de civiles en una campaña noviolenta es más probable que tenga efectos no previstos al ser reprimida, alentando cambios de lealtad entre los partidarios del régimen y proporcionando a los líderes de la resistencia una carta más variada de opciones tácticas y estratégicas. Para las élites de los regímenes, los partícipes en la resistencia civil pueden parecer más creíbles en una negociación que los insurgentes violentos, lo que aumenta la posibilidad de ganar concesiones.

Sin embargo, también sabemos que no se garantiza que las campañas de resistencia tengan éxito simplemente porque sean noviolentas. Una de cada cuatro campañas noviolentas desde 1900 fue un fracaso total. En resumen, sostenemos que las campañas noviolentas no logran sus objetivos cuando son incapaces de superar el reto de la participación, cuando no logran incorporar una adhesión robusta, diversa y con base amplia que pueda erosionar la base de poder del adversario y permanecer resiliente frente a la represión.

Además, más de una de cada cuatro campañas violentas ha tenido éxito. Investigamos brevemente la cuestión de por qué las campañas violentas a veces tienen éxito. Mientras que el éxito de las campañas noviolentas tiende a depender más de factores locales, las insurgencias violentas tienden a tener éxito cuando logran apoyo externo o cuando presentan una característica central del éxito de las campañas noviolentas, que es un apoyo popular masivo. La presencia de un valedor exterior combinado con un régimen adversario débil o depredador puede mejorar la credibilidad de las insurgencias violentas, que pueden constituir una amenaza para el régimen oponente. La credibilidad ganada a través del apoyo externo también puede aumentar potencialidad de la lucha violenta, apelando a conseguir reclutas potenciales, lo que permite que las insurgencias movilicen más participantes contra el oponente. El apoyo internacional es, sin embargo, es un arma de doble filo. Los estados extranjeros valedores pueden ser aliados volubles y poco fiables, la protección de un estado puede producir una falta de disciplina entre los insurgentes y exacerbar problemas con los oportunistas (Bob 2005; Byman 2005).

LAS PRUEBAS

Sometemos a escrutinio varios tipos diferentes de evidencia para apoyar nuestro argumento, incluyendo evidencia estadística del conjunto de datos NAVCO y evidencia cualitativa de cuatro estudios de caso: Irán, los Territorios Palestinos, Birmania y las Filipinas.

Es pertinente aquí definir brevemente los términos a los que nos referiremos constantemente en este libro. En primer lugar, debemos distinguir entre tácticas violentas y noviolentas. Como se señaló anteriormente, existen algunas dificultades con la caracterización de una campaña como violenta y otra como noviolenta. En muchos casos, ambos tipos existen simultáneamente entre grupos en competencia. A menudo, quienes emplean la violencia en los movimientos de masas son miembros de grupos marginales que actúan independientemente o desafiando al liderazgo principal; o son agentes provocadores utilizados por el adversario para provocar a la resistencia desarmada a adoptar la violencia (Zunes 1994). En otras ocasiones, a menudo algunos grupos usan métodos de resistencia violentos y noviolentos durante el curso de su existencia, como ocurrió con el CNA en Sudáfrica. Caracterizar una campaña como violenta o noviolenta simplifica una compleja constelación de métodos de resistencia.

No obstante, es posible caracterizar una campaña como principalmente noviolenta basada en la primacía de los métodos de resistencia noviolenta y la naturaleza de la participación en esa forma de resistencia. Sharp define la noviolencia resistencia como “una técnica de acción sociopolítica para aplicar el poder en un conflicto sin el uso de la violencia” (1999, 567). El término resistencia implica que las campañas de interés son no institucionales y generalmente con un carácter de confrontación. En otras palabras, estos grupos están usando tácticas que están fuera del proceso político convencional (votación, grupos de interés, organización o grupos de presión). Aunque los métodos institucionales de acción política acompañan a menudo a las luchas noviolentas, escribe el sociólogo Kurt Schock, la acción noviolenta tiene lugar fuera de los límites de los canales políticos institucionales (2003, 705).[8]

Nuestro estudio se centra en cambio en un tipo de actividad política que deliberada o necesariamente elude los canales políticos normales y emplea formas de acción no institucionales (y a menudo ilegales) contra un oponente. La resistencia civil emplea métodos sociales, psicológicos, económicos y políticos, incluyendo boicots (sociales, económicos, y políticos), huelgas, protestas, sentadas, alejamientos, y otros actos de desobediencia civil y no cooperación para movilizar grupos que se opongan o apoyen diferentes políticas, que deslegitimen adversarios y retirar o restringir las fuentes de poder de los adversarios (Sharp 1973). [9] La resistencia noviolenta consiste en actos de omisión, actos de comisión, y una combinación de ambos (Sharp 2005).[10]

Caracterizamos la resistencia violenta como una forma de contienda política y un método de ejercer el poder que, como la resistencia noviolenta, opera fuera de canales políticos normales. Mientras que los militares convencionales utilizan la violencia para promover objetivos políticos, en este libro nos ocupamos del uso de estrategias violentas no convencionales utilizadas por actores no estatales.[11] Estas estrategias se muestran en tres categorías principales de guerra no convencional: revoluciones, complots (o golpes de Estado) e insurgencias, que difieren según el nivel de planificación premeditada, dilatación en el tiempo y medios para derrocar al orden existente.[12] El sistema de armas disponible para un insurgente armado es muy diferente de la de su análogo noviolento. Las tácticas violentas incluyen bombardeos, tiroteos, secuestros, sabotaje físico como la destrucción de infraestructura y otros tipos de daños físicos a personas y bienes. Sin embargo, los casos que examinamos no incluyen golpes militares, ya que estamos principalmente interesados en actores subestatales que no son parte del estado. Tanto las campañas violentas como las noviolentas persiguenn tomar el poder por la fuerza, aunque el método para ello difiere entre los diferentes tipos de resistencia.

El listado de campañas noviolentas se reunió inicialmente a partir de una extensa revisión de la literatura sobre el conflicto noviolento y los movimientos sociales. Después estos datos fueron corroborados con múltiples fuentes, incluyendo enciclopedias, estudios de casos y una bibliografía completa sobre la resistencia civil noviolenta por April Carter, Howard Clark y Michael Randle (2006). Finalmente, nosotros consultamos a expertos en este campo, que sugirieron cualquier otro conflicto reseñable. La lista resultante incluye importantes campañas que son principalmente o enteramente noviolentas. Las campañas en las que una cantidad significativa de violencia tuvo lugar no se consideran noviolentas.

Los datos de campañas violentas se derivan principalmente de las actualizaciones de Kristian Gleditsch (2004) a la base de datos Correlates of War (COW) sobre guerras intraestatales, la base de datos de insurgencias de Jason Lyall e Isaiah Wilson (2009), y el listado de Kalev Sepp (2005) de las principales operaciones de contrainsurgencia. El conjunto de datos COW requiere que todos los grupos combatientes estén armados y se hayan confirmado mil muertes en combate durante el curso del conflicto, lo que sugiere que el conflicto es necesariamente violento.

Este estudio considera una característica adicional. Las campañas noviolentas y violentas se utilizan para promover una serie de objetivos políticos diferentes, que van desde el aumento de las libertades personales para obtener mayores derechos o privilegios para un grupo étnico hasta exigir la independencia nacional. Sin embargo, este proyecto se ocupa principalmente de tres específicas, intensas y extremas formas de resistencia: campañas contra regímenes, contra ocupaciones y de secesión. Estos tipos de campaña se eligen por varias razones. En primer lugar, proporcionan una categoría de casos relevantes de resistencia civil. Las luchas contra un régimen, anti-invasión y por la autodeterminación se asocian típicamente en la literatura con la violencia, mientras que los movimientos de derechos civiles y otros estrictamente de derechos humanos son más comúnmente asociados con métodos noviolentos. Sin embargo, en este estudio argumentamos que la resistencia noviolenta se puede utilizar para lograr objetivos políticos más comúnmente identificados con las insurgencias violentas.

El éxito y el fracaso también son resultados complejos, sobre los cuales se ha escrito mucho (Baldwin 2000). Para nuestro estudio, para que una campaña sea considerada un “éxito” tenía que cumplir dos condiciones: el pleno logro de sus objetivos declarados (cambio de régimen, desaparición de la ocupación o secesión) dentro de un año del pico de actividades y un efecto perceptible en el resultado, de modo que el resultado fuera un resultado directo de las actividades de la campaña (Pape 1997).[13] La segunda condición es importante porque en algunos casos el resultado deseado tuvo lugar principalmente debido a otras condiciones. La resistencia griega contra la ocupación nazi, por ejemplo, no está codificada como un éxito total a pesar de que los nazis finalmente se retiraron de Grecia. Aunque efectiva en muchos aspectos, la resistencia griega por sí sola no puede ser tomada en consideración por el resultado definitivo del fin de la influencia nazi sobre Grecia puesto que la retirada nazi fue resultado de la victoria aliada y no únicamente de la resistencia griega.

El término campaña también es algo polémico como unidad de análisis. Siguiendo a Ackerman y Kruegler (1994, 10-11), definimos una campaña como una serie de tácticas observables y continuadas en la búsqueda de un objetivo político. Una campaña puede durar en cualquier lugar desde días hasta años. Las campañas tienen un liderazgo identificable y a menudo tienen nombres, diferenciándolas de disturbios impredecibles o actos masivos espontáneos.[14] Por lo general, las campañas tienen un comienzo identificable y puntos finales, así como acontecimientos perceptibles a lo largo de la campaña. En el caso de las campañas de resistencia, los puntos iniciales y finales son difíciles de determinar, como lo son los acontecimientos a lo largo de la campaña. En algunos casos, la información sobre tales acontecimientos puede localizarse fácilmente (por ejemplo, Irlanda del Norte de 1969 a 1999); sin embargo, no lo es en la mayoría de los casos. Por lo tanto, nuestra caracterización de las fechas de inicio y finalización de las campañas se basa en datos de consenso y múltiples fuentes.[15]

Algunos lectores pueden tener la tentación de descartar nuestros hallazgos como resultado de las consecuencias de la selección, argumentando que las campañas noviolentas que aparecen en inventario están sesgados hacia el éxito, ya que a menudo se informa acerca de las campañas más amplias y a menudo más maduras. Otras posibles campañas noviolentas que son aplastadas en sus primeros pasos (y por lo tanto fracasan) no son incluidas en este estudio. Esta es una posible preocupación que es difícil de evitar.

Adoptamos una estrategia triple de recopilación de datos para hacer frente a esta preocupación. En primer lugar, nuestra selección de campañas y sus fechas de inicio y finalización se basa en datos de consenso producidos por múltiples fuentes. En segundo lugar, hemos establecido rigurosos estándares de inclusión para cada campaña. Las campañas noviolentas se recopilaron inicialmente a partir de una revisión extensa de la literatura sobre conflicto noviolento y movimientos sociales. Luego estos datos fueron corroborados con múltiples fuentes, incluidas enciclopedias, estudios de casos, y la bibliografía de Carter, Clark y Randle (2006).

Finalmente, distribuimos el conjunto de datos entre expertos en conflicto noviolento. Se pidió a estos expertos que evaluaran si los casos estaban adecuadamente caracterizados como grandes conflictos noviolentos, si había conflictos notables que hubieran sido omitidos, y si habíamos contabilizado correctamente los movimientos fallidos. Allí donde los expertos sugirieron casos adicionales, utilizamos el mismo método de corroboración. Nuestra confianza en el conjunto de datos que surgió se vio reforzada por numerosas discusiones entre estudiosos de conflictos tanto noviolentos como violentos.

No obstante, lo que sigue estando ausente del conjunto de datos es una manera de medir los falsos comienzos, las campañas noviolentas o violentas que nunca surgieron por un variado número de razones. A pesar de esta preocupación, tenemos la confianza en proceder con nuestra investigación por dos razones principales. En primer lugar, este sesgo se aplica tanto a campañas violentas como noviolentas —muchas campañas violentas que fueron derrotadas de forma temprana tampoco se detallan en los datos. En segundo lugar, a este estudio no le concierne de forma primordial el por qué surgen estas campañas, sino más bien el cómo responden con respecto a sus competidoras, que utilizan métodos de resistencia. Nos centramos en la eficacia de las campañas frente a sus orígenes, y afirmamos que podemos decir algo sobre la eficacia de las campañas noviolentas en comparación con las campañas violentas. Admitimos, sin embargo, que una recopilación y análisis de datos mejorados y encontrar formas de superar el sesgo de selección inherente a gran parte de los estudios acerca de los conflictos son los próximos pasos vitales en este campo de estudio. %%%%%%%%%%%%%%%%%%%

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  1. Timor Oriental es una antigua colonia portuguesa

  2. Las fuerzas indonesias mataron a la mayoría de los comandantes de Falintil, eliminaron aproximadamente el 80 por ciento de sus bases, y tomó el control sobre aproximadamente un 90 por ciento de la población timorense. La mayoría de los timorenses murieron de inanición tras sufrir un desplazamiento forzado. (Taur Matan Ruak, entrevista de Maria J. Stephan, Dili, Timor Oriental, 11 de Enero de 2005)

  3. “Clinton exige a Indonesia que acepte una Fuerza Internacional,” Agence France Press, 9 de Septiembre de 1999; “EEUU corta sus lazos militares con Indonesia,” Reuters, 9 de Septiembre de 1999; Sanders Thoenes, “Qué hizo a Yakarta aceptar fuerzas de paz” Christian Science Monitor, 14 de Septiembre de 1999.

  4. Fr. Jovito, entrevista de Maria J. Stephan, Dili, East Timor, 29 de Diciembre de 2004.

  5. Cuando utilizamos el término resistencia violenta, nos referimos a campañas de oposición armada ajena a un estado. Esto incluye las campañas asociadas con las insurgencias (Lyall y Wilson 2009), guerra de guerrillas, combatientes no estatales en guerras civiles (Gleditsch 2004), y campañas terroristas (Pape 2005). La resistencia noviolenta se refiere a campañas no estatales de oposición sin armas. Utilizamos los términos resistencia noviolenta y resistencia civil indistintamente. Ver también Carter, Clarke, y Randle (2006) y su suplemento, disponible en la red en http://www.civilresistance.info (consultada el 19 de Diciembre de 2009). Para más información, ver el apéndice en la red en http://echenoweth.faculty.wesleyan.edu/wcrw/.

  6. Ver el apéndice en la red para una argumentación acerca de la muestra de datos NAVCO y las normas de codificado.

  7. La pérdida o ganancia de las capacidades del régimen pueden estar relacionadas de forma causal con la campaña. Las campañas de resistencia pueden ser responsables parcialmente de mermar las capacidades del régimen, o los regímenes pueden aumentar sus capacidades para dar respuesta a una campaña. En el capítulo tres, sin embargo, encontramos que estos procesos endógenos carecen relativamente de importancia. Incluso cuando las capacidades del gobierno adicionales fluctúan en un país, estas fluctuaciones no están sistemáticamente relacionadas con los resultados de las campañas.

  8. Para clarificar la distinción entre acción política “normal” y acción noviolenta, Schock hace uso de este ejemplo: La muestra de posters contra el régimen en democracias sería considerada una forma habitual y de bajo riesgo de acción política, mientras que la misma actividad en no-democracias sería considerar inusual e implicaría un riesgo significativo. A causa de esta diferencia en contexto e intención, la segunda sería considerada una forma de acción noviolenta, mientras que la primera no lo sería. De forma similar, las huelgas que tienen lugar en sociedades democráticas dentro de los límites normales de relaciones laborales institucionalizadas, escribe Shock, no puede ser considerada acción noviolenta, puesto que no son fuera de una insitución o indeterminadas. Por otro lado, la mayoría de las hueltas en no-democracias serían consideradas acción noviolenta debido a sus rasgos indeterminados, no institucionalizados e indeterminados. (Schock 2003, 705).

  9. En el vol. 2, Sharp enumera 198 métodos de acción noviolenta y cita al menos un ejemplo histórico de la aplicación de cada método.

  10. En los actos de omisión los participantes rehúsan realizar actos que normalmente realizan, se espera por costumbre que los realicen, no se espera que los realicen por costumbre, o está prohibido realizarlos por ley o normas: en los actos de comisión, los participantes realizan actos que no realizan habitualmente, no se espera por costumbre realizarlos, o está prohibido realizarlos por ley o normas; este método de resistencia puede implicar una combinación de actos de omisión y comisión (Sharp 2005, 41, 547).

  11. Para literatura en general acerca de insurgencia y contra insurgencia, ver Beckett (2007), Joes (2007), Fishel y Manwaring (2006), Greskovits (1998), Chaliand (1982), Laqueur (1976).

  12. El apéndice en la red define y comenta diferentes tipos de tipos de guerra asimétrica no convencional, incluyendo la guerra de guerrillas, la insurgencia, las insurrecciones, golpes de estado, revoluciones y terrorismo. Para una revisión sucinta, ver Galula (2006, 1–10).

  13. Baldwin (2000) realiza una crítica a la dicotomía éxito/fracaso, argumentando que lxs responsables políticxs deben utilizar gradaciones y evaluaciones de efectividad con más matices. Aunque estamos de acuerdo con que el tema es complejo, dichos métodos impiden la comparación entre un número de casos elevados, lo cual es nuestro principal objetivo aquí. De esta manera, simplemente utilizamos un estándar exigente para evaluar si una campaña ha tenido éxito o ha fracasado, requiriendo que las campañas hayan alcanzado sus objetivos y hayan tenido un efecto reconocible en el resultado. Cuando incluimos recuentos de “éxito limitado,” los resultados son incluso más proclives a las campañas noviolentas. Ver el apéndice en red para más detalle.

  14. Otros estudiosos utilizan a menudo campañas como sus unidades de análisis, como Pape (2005) y Horowitz y Reiter (2001). McAdam, Tarrow, y Tilly discuten que los sociólogos deberían considerar el examen del comportamiento de los movimientos como “episodios (= parte de un conjunto N.T)” en vez de acontecimientos individuales (2001).

  15.    Hay algunas dificultades con este método. En primer lugar, es difícil reunir la fortaleza del movimiento y sus actovodades a lo largo del tiempo (es decir, escalada o desescalada). En se gundo lugar, sin datos acontecimientos específicos, es difícil teorícamente comparar todas las campañas de forma equivalente cuando sabemos que son tan difíciles de reunir –especialmente los datos de acontecimientos noviolentos– que realizar generalizaciones acerca del conflicto noviolento es virtualmente imposible. Analizando campañas en vez de acontecimientos individuales, podemos hacer algunas observaciones generales acerca de las campañas que pueden ser exploradas más detenidamente en estudios de caso en profundidad. Es más, las campañas de resistencia implican mucho más que sólo acontecimientos; implican planificación, procesos de adhesión, entrenamiento, inteligencia y otras operaciones además de sus más obvias actividadisruptivas. Utilizar los acontecimientos como la unidad principal de análisis ignora estos otros procedimientos, mientras que analizar campañas nos permite considerar el espectro de actividades más amplio como un conjunto.

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