Tercera entrega del capítulo 5 de «Porqué funciona la resistencia civil: la lógica estratégica del conflicto noviolento«, estudio de caso: «LA PRIMERA INTIFADA PALESTINA». Avisamos que esta división online del capítulo la realizamos en enpiedepaz.org para facilitar la lectura: no es la división académica del trabajo de Chenoweth y Stephan, sino que separa ésta, a su vez, en distintas partes, pero siempre respetando el orden y la integridad de sus distintos apartados originales. A continuación te dejamos una reseña de los apartados publicados hasta ahora:

LA PRIMERA INTIFADA PALESTINA, 1987-1992

Apartados publicados hasta ahora:

LOS ORÍGENES DE LA RESISTENCIA A LA OCUPACIÓN ISRAELÍ (1967-1987)

Lucha armada de la OLP

La primera intifada

Israel y la OLP sorprendidos

El Liderazgo de Unidad Nacional del Levantamiento

La ciudadanía palestina de Israel reacciona

El desafío islamista

La política ‘Fuerza, Poder, y Golpes’ resulta contraproducente

Victoria política: Jordania rompe lazos con Cisjordania

Menos de dieciocho meses después de comenzada la intifada, el levantamiento popular logró una victoria significativa, aunque inesperada. El 31 de julio de 1988, el Rey Hussein de Jordania salió en la televisión para anunciar su decisión de cortar los lazos administrativos y judiciales con Cisjordania.

El rey Hussein declaró en su alocución pública que “Jordania no es Palestina” y dijo: “Jordania no tiene ninguna soberanía sobre Cisjordania. Cisjordania pertenece a los palestinos” (Gause 1991, 201). El Rey Hussein dijo que Jordania no iba a participar en una delegación conjunta palestino-jordana en ninguna conferencia de paz, ya que la OLP era el representante oficial de los palestinos. Abogó por la creación de un estado palestino independiente (201).

La abrupta decisión del Rey Hussein fue una sorpresa tanto para los Estados Unidos como para Israel. Obligó a ambos a reconocer que no había forma de evitar tratar con la OLP. La denominada opción jordana, según la cual Jordania mantendría la soberanía sobre parte de Cisjordania mientras negociaba con Israel en nombre de los palestinos (una opción que fue rechazada casi en su totalidad por los líderes locales de la intifada), quedaba fuera de la mesa.

La decisión del Rey Hussein abrió el camino a la declaración de independencia por parte de la OLP. La misma noche en que Hussein hizo su declaración, la policía israelí arrestó a Feisal al-Husseini, la persona con más alto rango de Fatah en Cisjordania, y decomisó un documento titulado “Plan para Elaborar una Declaración deIndependencia” de su oficina.

El plan, que acabó conociéndose como el documento de Husseini, dibujaba la declaración de un estado palestino independiente dentro de las fronteras establecidas en el plan de partición original de 1947. La singularidad del plan no era sólo su determinación de declarar la independencia palestina, sino también su énfasis en el liderazgo local que asumiría un papel central en el nuevo gobierno (Schiff y Ya’ari 1989, 279).[1]

Declaración de Independencia y Respuesta Internacional

En noviembre de 1988 en la sesión especial del Consejo Nacional Palestino (CNP) reunido en Argel, el presidente de la OLP Arafat leyó una declaración de independencia para Palestina. En tres semanas, más de cincuenta países habían reconocido la independencia de Palestina.

Aunque la declaración de independencia recibió el apoyo unánime de los delegados del CNP, los palestinos permanecieron divididos acerca de cómo lograr la independencia en la práctica. Los líderes rivales y las facciones políticas palestinas fueron “incapaces de formular una programa político unificado y coherente” para aprovechar al máximo el vacío que el rey Hussein había creado. Algunos seguían decididos a proseguir con la lucha armada, mientras que otros estaban a favor de las negociaciones” (O’Ballance 1998, 51).

El 14 de diciembre de 1988, durante una sesión especial de la Asamblea General de la ONU en Ginebra, Arafat reconoció el derecho de Israel a existir, respaldó la Resolución 242 y una solución de dos estados, y rechazó el terrorismo en todas sus formas (Schiff y Ya’ari 1989, 294–326).[2] El objetivo de la OLP mantenido durante tanto tiempo de liberar a toda la Palestina histórica había sido modificado por la intifada. Arafat abogó por una triple iniciativa de paz que defendía el establecimiento de una conferencia de paz internacional bajo los auspicios de la ONU, una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU para ayudar a la retirada de Israel de los territorios ocupados y un acuerdo de paz global basado en las resoluciones de la ONU 242 y 338.

…Arafat reconoció el derecho de Israel a existir, respaldó la Resolución 242 y una solución de dos estados, y rechazó el terrorismo en todas sus formas.

El anuncio de Arafat, denunciado por miembros palestinos del «frente de rechazo», sin embargo, condujo a un cambio significativo en la política exterior de EE.UU. El secretario de Estado del presidente Ronald Reagan, George Shultz, declaró que se ponía fin a una prohibición estadounidense de 13 años con respecto a entablar contacto directo con la OLP y que comenzaría el diálogo oficial con la OLP. El anuncio sorprendió al gobierno del primer ministro Shamir, haciendo que Israel se sienta vulnerable (Pollock 1991).

Tras el anuncio de Arafat, Estados Unidos aplicó medidas significativas de presión sobre el gobierno israelí para desarrollar un plan de paz.[3] La primera iniciativa diplomática concreta de EE. UU., conocida como el Plan Shultz, preveía elecciones dentro de los territorios ocupados para seleccionar líderes que negociarían con Israel, la convocatoria de una conferencia internacional y el acuerdo inicial sobre los acuerdos transitorios a los que seguirían negociaciones con respecto a un acuerdo final. Shamir se mantuvo firme en que no habría estado palestino, ni conversaciones con la OLP ni ninguna conferencia internacional (Hunter 1991, 178). Enfureciendo a la administración estadounidense, Shamir anunció en enero de 1990 que “una gran aliya [inmigración judía] requiere un gran Israel” (Pollock 1991, 126).

El sucesor de Reagan, el presidente George H. W. Bush, estuvo “contundentemente opuesto a los nuevos asentamientos israelíes en los territorios” (Gruen 1991, 257). El reciéntemente nombrado secretario de Estado de EE. UU., James Baker, en un discurso crucial pronunciado ante el Comité de Asuntos Públicos norteamericano-israelí, pidió a Israel que dejara de soñar en el “Gran Israel”, dejara de construir asentamientos y tendiera la mano a los palestinos (O’Ballance 1998, 69).[4] En enero de 1990, el senador Robert Dole pidió un recorte en la ayuda exterior de Estados Unidos a Israel, que insistió se había convertido en un “partida presupuestaria de subsidio”.[5] Un analista apuntó que una gran parte de los líderes judíos estadounidenses compartían las opiniones del presidente Bush (Gruen 1991).[6]

La resistencia civil continúa y aumenta la violencia

A medida que los políticos comenzaron a tomar en consideración diferentes planes de paz, la resistencia civil palestina continuó dentro de los territorios ocupados. En 1989, el pueblo de Beit Sahour, una pequeña aldea palestina mayoritariamente cristiana ubicada cerca Belén en Cisjordania, dio comienzo a seis semanas de desobediencia civil total a la ocupación. Todo el pueblo de Beit Sahour quemó sus tarjetas de identidad y se negó a pagar impuestos a las autoridades israelíes.[7] La respuesta militar israelía la campaña “ningún impuesto sin representación” fue, como se esperaba, rápida y dura. Las tropas israelíes sitiaron la ciudad, declararon el toque de queda, saquearon las casas y comercios, e impidieron que cualquier persona pudiera entrar o salir del pueblo.

…el pueblo de Beit Sahour, una pequeña aldea palestina mayoritariamente cristiana ubicada cerca Belén en Cisjordania, dio comienzo a seis semanas de desobediencia civil total a la ocupación.

La resistencia civil de Beit Sahour atrajo una gran atención de los medios. Personalidades internacionales conocidas, incluido el arzobispo Desmond Tutu de Sudáfrica, expresaron su solidaridad con el pueblo de Beit Sahour (Saleh 2002, 11). Activistas de grupos de solidaridad internacionales e israelíes eludían los puestos de control para unirse al pueblo en su resistencia y se negó a desalojar cuando se lo ordenó el ejército israelí. Aunque Estados Unidos vetó una resolución de la ONU condenando la mano dura israelí en Beit Sahour, el sitio se levantó tras seis semanas.

Al mismo tiempo, antes de comenzar 1990 la intifada había comenzado a perder ímpetu. La diplomacia se estancó, las condiciones económicas dentro de los territorios ocupados empeoraron y la intifada ya no aparecía en los titulares internacionales. Además, se había vuelto más violenta y, por lo tanto, menos participativa. En mayo de 1990 el Frente de Liberación de Palestina (FLP) lanzó una dramática incursión por mar en la playa Tel Aviv. Israel inmediatamente acusó a Arafat de renegar de su promesa de Ginebra de abandonar el terrorismo.[8] Cuando Arafat rechazó la exigencia del Presidente Bush de condenar la incursión fallida y expulsar al FLP de la OLP, Bush ordenó la suspensión de las conversaciones con la OLP.

“Parecía como si el tempo de la Intifada se estuviese desacelerando a medida que los palestinos en los Territorios Ocupados se implicaban más en las luchas internas que en la resistencia civil contra Israel”

La violencia intra-palestina también afectó a la resistencia. A pesar de los intentos de negociar un acuerdo entre Fatah y Hamás, el nivel de enfrentamientos violentos entre estos grupos se intensificó. “Parecía como si el tempo de la Intifada se estuviese desacelerando a medida que los palestinos en los Territorios Ocupados se implicaban más en las luchas internas que en la resistencia civil contra Israel” (O’Ballance 1998, 131). Por ejemplo, antes de la primavera de 1990, más palestinos estaban siendo asesinados por otros palestinos que por soldados israelíes (Rigby 1991, 45).

La Guerra del Golfo de 1990-1991 y la Conferencia de Madrid

Un activista palestino llamó a la Guerra del Golfo de 1990-1991 “el principio del fin de la intifada.”[9] El apoyo de Yasser Arafat a Saddam Hussein, que vinculó la retirada de Irak de Kuwait a la retirada de Israel de los territorios ocupados palestinos, tuvo consecuencias desastrosas para los palestinos. Las imágenes de palestinos que “celebraban” en las calles ayudó a desacreditar a la causa nacional palestina, provocó sentimientos de traición en el movimiento de paz israelí, y causó una crisis financiera a la OLP, cuya financiación por parte de los países árabes fue seriamente reducida. La Guerra del Golfo incitó a los líderes palestinos a abandonar la lucha local y mirar hacia el exterior en busca de soluciones al conflicto:

[La Guerra del Golfo] hizo que se dejara de poner el foco en la lucha local y que la gente pensara que la respuesta vendría del exterior. Los líderes palestinos llegaron a la conclusión de que el equilibrio de poder había cambiado y que los intereses de los Estados Unidos dictarían la solución. Creían que Estados Unidos obligaría a Israel a retirarse de los territorios ocupados porque la ocupación se estaba volviendo una carga excesiva y era contraria a sus intereses en la región. Esto resultó ser una visión muy miope.[10] 

[La Guerra del Golfo] hizo que se dejara de poner el foco en la lucha local y que la gente pensara que la respuesta vendría del exterior.

Con su prestigio y posición regional fortalecidos tras la victoria en la Guerra del Golfo, la administración Bush presionó para perseguir una iniciativa de paz regional. La Conferencia de Madrid, lanzada en octubre de 1991, fue el inicio oficial del proceso de paz. Delegaciones israelíes y palestinas se reunieron para conversaciones bilaterales por primera vez. A la OLP, sin embargo, no se le permitió participar en la conversaciones de Madrid. En cambio, la delegación palestina estuvo encabezada por Haider Abdel Shafi, Feisal al-Husseini y Hanan Ashwari, líderes locales del interior de los territorios ocupados que tenían vínculos con la OLP en Túnez.[11] La delegación israelí fue encabezada por el primer ministro Shamir y Benjamin Netanyahu, un miembro del Likud y viceministro de exteriores.

Tras más de ocho meses de conversaciones en Madrid, los participantes habían hecho pocos avances en la resolución de cuestiones clave imbricadas en el conflicto palestino-israelí. La cuestión de los asentamientos judíos dentro de los territorios ocupados era una de las que condujo a un punto muerto en las conversaciones de Madrid (luego, este tema fue pasado totalmente por alto en los Acuerdos de Oslo).

La elección de Yitzhak Rabin en 1992

En las elecciones de junio de 1992, el líder laborista israelí Yitzhak (Isaac) Rabin derrotó al todavía presidente Shamir, poniendo fin a quince años de gobierno del Likud. Rabin concurrió en una plataforma que apoyaba la participación en el proceso de paz en el Oriente Medio patrocinado por EE. UU (él criticaba las tácticas obstruccionistas de Shamir), mejorando la relaciones de Israel con Estados Unidos, y deteniendo la construcción de asentamientos ‘políticos’ en los territorios ocupados.[12] Rabin anunció que trabajaría para lograr la autonomía palestina en el plazo de un año, seguido de una administración interina de cinco años y luego conversaciones sobre el estado final.

Una encuesta preelectoral entre generales israelíes retirados y altos funcionarios de inteligencia del diario Maariv reveló que alrededor del 75 por ciento respalda a Rabin y más del 90 por ciento pensaba que Israel debía negociar con la OLP. “Shamir perdió las elecciones debido a la creencia generalizada entre los israelíes de que teníamos que hacer algo con el problema palestino. La Intifada hizo añicos el statu quo. Ese fue su mayor logro” (O’Ballance 1998, 127).

Los Acuerdos de Oslo de 1993

En 1993, comenzó en Oslo una vía de negociación secreta entre funcionarios israelíes y mandos exiliados de la OLP. Estas conversaciones, que excluyeron a los palestinos del interior de los territorios ocupados, culminaron con la firma de la Declaración de Principios (DDP) por Yitzhak Rabin y Yasser Arafat en septiembre de 1993. El DDP abrió el camino a una serie de acuerdos conocidos colectivamente como los Acuerdos de Oslo.[13]

Glenn Robinson escribe que la ironía de los Acuerdos de Oslo era que otorgaron poder a un liderazgo exterior que no había pisado los territorios desde hacía casi tres décadas, y que prometió poner fin a la lucha popular contra la ocupación en lugar de liderarla…

Oslo estableció una realidad política nueva y compleja en Cisjordania y Gaza.[14] Los Acuerdos de Oslo crearon la Autoridad Palestina (AP), en la que prevalecía el liderazgo de la OLP desde Túnez. La Autoridad Palestina asumió un control limitado sobre partes de Gaza y Cisjordania. En esta fase provisional de autonomía palestina limitada, el 75 por ciento de los palestinos siguió viviendo bajo dominio israelí. Israel retuvo el control de facto sobre el acceso a la tierra, el agua y el aire en los territorios ocupados. Glenn Robinson escribe que la ironía de los Acuerdos de Oslo era que otorgaron poder a un liderazgo exterior que no había pisado los territorios desde hacía casi tres décadas, y que prometió poner fin a la lucha popular contra la ocupación en lugar de liderarla:

Oslo reavivó a una OLP fiscalmente en bancarrota y políticamente moribunda en Túnez y puso en el poder en Gaza y Cisjordania a una élite política bastante alejada de las realidades de la Palestina moderna... La élite que realmente tomó el poder en Palestina después de Oslo no era la misma que produjo la Intifada. Dicho sin rodeos, la OLP de Túnez logró acaparar el poder político en Gaza y Cisjordania no porque dirigió la revolución sino porque prometió acabar con ella. La AP tuvo que construir su propia base política, lo que reduciría la posibilidad de una élite renovada dentro de Cisjordania y Gaza mientras consolidaría su propio poder.(1997, 175–77) 

En el período posterior a Oslo, las carreteras de circunvalación exclusivas para judíos y los asentamientos israelíes ilegales se expandieron, troceando el futuro estado palestino en enclaves no contiguos. El número de asentamientos judíos se duplicó en este espacio de tiempo.[15] Las continuas políticas de ocupación, del estilo de bloqueos militares y otras restricciones a la libertad de movimiento (como denegar a los palestinos el acceso a Jerusalén), junto con la propia mala gestión económica de la AP, una gobernanza incompetente y tácticas de divide y vencerás, aumentaron el nivel de pobreza y represión política dentro de los territorios ocupados en el período de paz de Oslo (Roy 2001).

Las mujeres palestinas, que habían sido líderes en los comités populares (e incluso en el LNUL) y estaban en la vanguardia de las campañas noviolentas durante la intifada, fueron marginadas después de que se instalara la AP dentro de los territorios ocupados.

Los Acuerdos de Oslo llevaron a la AP dentro de los territorios ocupados a enfrentarse a Hamas y a los grupos palestinos más radicales que representaban una amenaza para la seguridad de Israel. Arafat creó más de quince fuerzas de seguridad diferentes para lograr este fin, y como parte de su propia estrategia de divide y vencerás.

En el período post-Oslo, las mujeres palestinas fueron en gran parte excluidas del proceso de toma de decisiones políticas. Las mujeres palestinas, que habían sido líderes en los comités populares (e incluso en el LNUL) y estaban en la vanguardia de las campañas noviolentas durante la intifada, fueron marginadas después de que se instalara la AP dentro de los territorios ocupados. (Haitham Arar, entrevista de Maria Stephan, Ramala, Cisjordania, 5 de Septiembre de 2004)

Intifada
Mujeres palestinas se manifiestan el 3 de enero de 1988 en El-Ram, al norte de Jerusalén, donde a primera hora del día una joven palestina había sido asesinada a tiros por la policía antidisturbios israelí.(Foto: ESAIAS BAITEL/AFP/Getty Images, tomada de https://mondoweiss.net/2012/12/roots-of-resistance-advent-in-beit-sahour-november-5-1989/)

Durante este tiempo hubo muy poco contacto entre civiles palestinxs e israelíes, con restricciones impuestas por ambas partes a la libertad de movimiento, como una ley israelí que prohibía a la ciudadanía israelí entrar en algunas zonas palestinas. Durante el período posterior a Oslo, palestinxs y judíxs extremistas dirigieron ataques violentos contra civiles del otro lado, intensificando el nivel de desconfianza y animosidad entre las dos partes. Una combinación de frustración palestina con la AP y una falta de avances en el proceso de paz condujeron al estallido violento tras la visita de Ariel Sharon al Haram al-Sharif/Monte del Templo en septiembre de 2000 y el inicio de la segunda, Intifada de Al-Aqsa.[16]

Algunos analistas han considerado que la campaña de atentados suicidas durante la Intifada de Al-Aqsa tuvo éxito debido a la retirada parcial de Israel de Cisjordania y la Franja de Gaza (Pape 2003, 2005). Sería muy difícil, sin embargo, argumentar de hecho que la campaña de terrorismo suicida ha acercado a la población palestina al objetivo del estatus de estado independiente.

Al contrario, las campañas llevaron al cese de las negociaciones, repetidas elecciones de gobiernos israelíes de línea dura y una guerra en 2009 en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás. Así, la retirada temporal de las fuerzas armadas israelíes durante la Intifada de Al-Aqsa debe ser vista en el contexto del conflicto más amplio entre las dos partes, que no ha disminuido. La Intifada de Al-Aqsa representó una intensificación de la resistencia violenta que ha traído pocas ganancias estratégicas para cualquiera de las partes.


Fin de la tercera entrega (como aclaramos al principio de esta entrada, esta división del capítulo la realizamos en enpiedepaz.org para facilitar la lectura: no es la división académica del trabajo de Chenoweth y Stephan, sino que separa ésta, a su vez, en distintas partes, pero siempre respetando el orden y la integridad de sus distintos apartados originales) del capítulo 5 de «Porqué funciona la resistencia civil: la lógica estratégica del conflicto noviolento«, capítulo que presenta uno de sus estudios de caso: «LA PRIMERA INTIFADA PALESTINA».

El índice completo de todo el capítulo, se puede consultar aquí, y los enlaces a las distintas partes, también directamente aquí:

Estudio de caso: La primera intifada palestina (1)

Estudio de caso: La primera intifada palestina (2)

Estudio de caso: La primera intifada palestina (3)

Estudio de caso: La primera intifada palestina (4)

Índice de la siguiente entrega, que cierra la publicación del capítulo, dedicado al análisis y conclusiónes sobre la Intifada:

ANÁLISIS

Participación en la resistencia de base civil

El impacto en la sociedad israelí y en la región

Debilidades de la resistencia civil palestina

Fracaso en lograr la unidad

Violencia indisciplinada

Fracaso en la extensión del campo de batalla noviolento

Estados Unidos como principal centro de gravedad

CONCLUSIÓN


Imagen destacada de esta entrada: Una manifestación de miles de personas llega a la plaza de la ciudad de Beit Sahour y la gente despliega ilegalmente la bandera palestina y una pancarta de protesta que declaraba «No a los impuestos sin representación» (Composición con dos imágenes de Millard Berry Photography/Video)


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  1. “El liderazgo palestino nativo (o sea, la nueva generación de líderes que han dirigido la Intifada) recibiría la tarea de gobernar, mientras que los ‘foráneos’ continuarían representando y guiando, con la delegación del país para las inevitables negociaciones con Israel compuesta por personas de ambas categorías. Además de eso, el documento hablaba de forma explícita acerca de la construcción de la paz con Israel” (Schiff y Ya’ari, 279).

  2. Un pacto en 1975 entre Estados Unidos e Israel estipulaba que los Estados Unidos no reconocería o negociaría con la OLP a menos que reconociera el derecho de Israel a existir, aceptara las Resoluciones 242 y 338 de la ONU, y renunciara al terrorismo.

  3. Para una descripción y análisis en profundidad de la diplomacia estadounidense durante la intifada, ver Pollock (1991)

  4. Shamir reconoció después que sus intenciones eran hacer frente a la creación de un estado palestino durante diez años. Admitió que su plan de paz había tenido la intención de retirar a la OLP de la foto.

  5. Dole señaló que Israel era el único país que recibía ayuda financiera de EEUU sin tener que pagar intereses. En un artículo en el New York Times dijo que Israel había recibido financiación por 40.000 millones de dólares en los últimos diez o doce años, añadiendo que los “Negros Africanos consiguen 1$ por persona, mientras que Israel, obtuvo 10,000$ por cabeza” (Dole citado en O’Ballance [1998, 75-76]).

  6. Gruen escribe, “Incluso esos judíos americanos que estaban a favor de nuevos asentamentos en principio eran críticos con el primer ministro [Shamir] debido a su postura de confrontación. También estaban preocupados con que las palabras de Shamir no pusieran sólo en peligro las posibilidades de la petición de Israel de garantías de préstamo de vivienda por 400 millones de dólares sino que también fortalecieran el poder del Jefe de Gabinete John Sununo y otros cargos de la administración que querían someter a toda la financiación estadounidense a Israel al mismo estricto escrutinio y supervisión partida por partida observado con otros receptores de financiación y asegurarse de que Israel no podría, en palabras de un editorial del Washington Post, ‘Pagar las facturas de Cisjordania con otra cuenta ’”. (1991,257)

  7. Difundieron esta declaración: “Nosotrxs, el pueblo de Beit Sahour, siendo parte integral del pueblo palestino y su intifada, nos negamos a pagar impuestos a los que ocupan nuestra tierra, pues consideramos ese pago un símbolo de esclavitud y opresión. Consideramos la ocupación de un pueblo por parte de otro una clara violación de todas las religiones y leyes internacionales, y que se hace violando los más básicos derechos humanos y principios democráticos. Creemos firmemente que todo ciudadano tiene que pagar impuestos a su gobierno para que sea capaz de realizar sus derechos y oblgaciones. Ningún impuesto sin representación.”

  8. El líder de la FLP, Abu Abbas, estaba en el Comité Ejecutivo de la OLP.

  9. Ghassan Andoni, entrevista de Maria Stephan, Beit Sahour, Cisjordania, 23 de Agosto de 2004.

  10. Id.

  11. Mientras tanto, dentro de los territorios ocupados, miembros del FPLP, FDLP, Hamás, y la Yihad Islámica se opusieron en bloque a la conferencia e hicieron un llamamiento a una intensificación de la intifada en protesta. El FPLP suspendió su afiliación con la OLP: Al mismo tiempo, dentro de Jericó se distribuyeron octavillas que anunciaban que los comités populares se convertirían en los foros locales en el nuevo proceso de paz. Los líderes nacionalistas de Gaza ganaron las elecciones locales a la cámara de comercio local (las únicas elecciones permitidas en los territorios ocupados) y apoyaron abiertamente las conversaciones en Madrid (O’Ballance 1998, 111-12).

  12. Después de esta derrota electoral, Shamir reveló sus intenciones políticas en canto a los asentamientos en una entrevista en el Maariv: “Hubiera seguido con las conversaciones acerca de la autonomía durante diez años, y mientras tanto hubiéramos llegado al medio millón de almas en Judea y Samaria… No creo que hubiera una mayoría a favor del Gran Israel, pero podría haber sido conseguido con el tiempo.” Shamir a continuación dijo que después de que medio millón de colonxs se hubiera instalado en los territorios ocupados, lo que habría hecho “la paz por territorios” una imposibilidad. (O’Ballance 1998, 127)

  13. Los Acuerdos de Oslo incluían el Acuerdo de Gaza-Jericó de 1994 (Oslo I), el Acuerdo Provisional sobre Cisjordania y la Franja de Gaza (Oslo II, o el acuerdo de Taba), el Protocolo de Hebrón de 1997, el Memorando del Río Wye de 1998, y el Memorando Sharm el-Sheikh de 1999.

  14. Los acuerdos establecían control directo de la AP sobre la mayor parte de Gaza y Jericó, el control directo sobre un 7 por ciento adicional de Cisjordania (denominado área A), y control compartido con Israel sobre otro 24 por ciento (área B). Israel retenía un control absoluto sobe aproximadamente el 69 por ciento de Cisjordania (área C), con tres retiradas previstas sin definir del área C (Robinson 1997, 175).

  15. De acuerdo con el May. Gen. (ret.) Shlomo Brom, “El gobierno de EEUU siempre ha estado retóricamente opuesto a los asentamientos. Pero esto nunca se ha traducido en acciones concretas. Los asentamientos eran el problema principal entonces y son el problema principal ahora” (May. Gen. Shlomo Brom, entrevista de Maria Stephan, Centro Jaffee para Estudios Estatégicos, Universidad de Tel Aviv, 18 de Agosto de 2004).

  16. Análisis comparativos de dos levantamientos palestinos pueden encontrarse en Andoni (2001) y Beitler (2004).

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