Entrevistada Erica Chenoweth más de una década después del fin de la recopilación de datos que había realizado junto a su colega María Stephan en su revelador y monumental estudio Por qué funciona la resistencia civil: la lógica estratégica del conflicto noviolento, los nuevos datos preliminares que siguieron produciéndose al cierre de su evaluación de todo un siglo de acciones de resistencia popular, revelaban igualmente, entonces, una realidad que vuelve a sorprender tercamente los presupuestos convencionales: en términos absolutos, los distintos tipos de resistencia se habían vuelto menos eficaces en esa década, pero específicamente la resistencia noviolenta fue también, durante ese «corto» nuevo período, aún así, tres veces más eficaz que la violenta. Por lo tanto, la diferencia relativa en eficacia había aumentado.

Nos parece importante, por tanto, pese al tiempo transcurrido, recuperar la segunda parte de la entrevista publicada en el blog «Epicenter» de la Universidad de Harvard, que pùblicamos aquí traducida hace ya dos años

…en términos absolutos, los distintos tipos de resistencia se habían vuelto menos eficaces en esa década, pero específicamente la resistencia noviolenta fue también, durante ese «corto» nuevo período, aún así, tres veces más eficaz que la violenta. 

Fuente: El poder duradero de la resistencia noviolenta – Parte 2

20 de marzo de 2019

La politóloga Erica Chenoweth analiza las tendencias recientes de la resistencia noviolenta, la otra cara de las redes sociales y el éxito real del terrorismo.

Por Michelle Nicholasen

Esta es la segunda de una serie de dos partes con Erica Chenoweth sobre su trabajo en la resistencia noviolenta. Lea la primera parte en Epicenter.

Cuando empezó su beca predoctoral en el Belfer Center for Science and International Affairs en 2006, Erica Chenoweth creía en la lógica estratégica de la resistencia armada. Habían estudiado el terrorismo, la guerra civil y las grandes revoluciones -la rusa, la francesa, la argelina y la estadounidense- y sospechaban que sólo la fuerza violenta había logrado grandes cambios sociales y políticos. Así que, cuando en un taller se retó a Chenoweth a demostrar que la resistencia violenta tenía más éxito que la noviolenta, pensaron: por supuesto. La cuestión nunca se había abordado de forma sistemática, así que, con su colega Maria J. Stephan, la convirtieron en un proyecto de investigación.

Chenoweth y Stephan recopilaron datos sobre todas las campañas violentas y noviolentas desde 1900 hasta 2006 que habían tenido como resultado el derrocamiento de un gobierno o la liberación de un territorio.

Durante los dos años siguientes, Chenoweth y Stephan recopilaron datos sobre todas las campañas violentas y noviolentas desde 1900 hasta 2006 que habían tenido como resultado el derrocamiento de un gobierno o la liberación de un territorio. Crearon un conjunto de datos de 323 acciones de masas y, sin dejar ningún ángulo sin examinar, Chenoweth analizó y aplicó una regresión a casi 160 variables diferentes relacionadas con los criterios de éxito, las categorías de participantes, la capacidad del Estado y otros aspectos. En conjunto, las campañas de resistencia civil noviolenta tuvieron mucho más éxito que las violentas.

P: El argumento principal de Por qué funciona la resistencia civil es que las campañas noviolentas tienen más éxito que las violentas. Los datos de su libro comienzan en 1900 y terminan a principios de la década de 2000. ¿Se mantiene esta tendencia?

R: Tengo algunos datos preliminares que abarcan hasta 2017, y sigue siendo cierto que las campañas de resistencia no violenta de naturaleza maximalista, como las que aparecen en el libro, tienen mucho más éxito que las violentas. Sin embargo, no son tan absolutamente exitosas como lo fueron en el período que analizamos en nuestro libro. La tasa media de éxito durante ese siglo fue de alrededor del 50%. Y en los últimos ocho años ha bajado al 33%. Sin embargo, la tasa media de éxito de las campañas violentas bajó del 27% al 10%. En realidad, es sorprendente porque, en términos absolutos, ambos tipos de resistencia han perdido eficacia en esta década, pero la resistencia noviolenta es ahora tres veces más eficaz que la violenta. Por lo tanto, la diferencia relativa entre eficacia ha aumentado.

P: ¿Por qué tuvieron tanto éxito las campañas de resistencia a principios de la década de 2000?

R: En la primera década del 2000, la resistencia noviolenta fue impresionantemente eficaz. Esto se explica en gran medida por las revoluciones de colores, pero también quizás por otras tendencias de democratización a largo plazo. A mediados de la década de 2000 hubo muchos levantamientos en Asia Central y Europa del Este que se enfrentaron a regímenes respaldados por Rusia, como el de Kirguistán. También se produjo la Revolución de las Rosas en Georgia. La década comenzó con la emblemática Revolución del Bulldozer de Serbia. Hubo campañas de resistencia en secuencia que estaban conectadas en el sentido de que las personas activistas se reunían activamente y aprendían unas de otras. Después, los levantamientos de la Primavera Árabe -sobre todo en Túnez y Egipto- siguieron esa tendencia y se convirtieron en una ola que nadie esperaba.

P: ¿A qué se debe la tendencia absolutamente descendente desde entonces?

R: Creo que la era digital ha conducido a una era de represión inteligente. Tengo la sensación de que los regímenes se han dado cuenta de las ventajas que Internet ofrecía a sus activistas. Internet ofrece muchas oportunidades para una represión más selectiva, más eficaz que la fuerza bruta y contundente que tendría lugar en las calles. Lo vemos incluso en el contexto estadounidense. En Ferguson (Misuri), los activistas fueron señalados por la policía a sabiendas de que eran los organizadores y líderes del movimiento. Lo que ocurre con las redes sociales en particular es que esencialmente revelamos todas nuestras preferencias y actividades, pública o privadamente, y ahora todas esas preferencias pueden ser vigiladas muy fácilmente. Incluso si no dices mucho, no es difícil averiguar de qué lado estás.

P: ¿Puede dar algún ejemplo de cómo los regímenes han utilizado las redes sociales contra las gentes activistas?

R: Hubo un caso en Sudán en 2011 en el que el régimen de Bashir supuestamente previó que podría enfrentarse a su propio levantamiento de la Primavera Árabe. Para evitarlo y adelantarse a él, alguien de las fuerzas de seguridad o de los servicios de inteligencia creó un evento falso en Facebook que parecía legítimo. El arte gráfico del evento parecía algo que cualquier activista millennial habría creado y colgado en su página web. Se anunció como un levantamiento y unas 17.000 personas confirmaron su asistencia. Cuando la gente se presentó, las fuerzas de seguridad detuvieron a un grupo de personas. Todo lo que necesitaban era su contraseña de Facebook. Algunas personas fueron torturadas y revelaron sus contraseñas; entonces fue fácil acorralar a otras personas. Este es un ejemplo del uso de estas herramientas para tender trampas a la gente, pero también para controlar los sentimientos de miles de personas en el país que pueden ser vigiladas y vigiladas.

Cita sobre la represión de la resistencia noviolenta

Cita destacada en el artículo original

P: ¿Están resultando contraproducentes las herramientas de las redes sociales que fueron fundamentales para la Primavera Árabe?

R: Twitter y Facebook son muy eficaces a la hora de movilizar rápidamente a un gran número de personas. Hemos visto niveles sin precedentes de masas que se vinculan directamente a personas que se organizan con estas herramientas. El problema es que los números por sí solos no bastan para crear el cambio; son necesarios pero insuficientes, como ha argumentado la socióloga Zeynep Turfecki. También existe el peligro de que la gente asuma que, como hay un gran número de personas que se manifiestan y nada cambia, la acción de masas no funciona, lo cual es una conclusión totalmente errónea. Que la gente salga a la calle no es necesariamente lo más eficaz sin una estrategia. Lo segundo que puede ocurrir es que la gente aparezca en los sitios y piense que las protestas o las concentraciones masivas son la única herramienta de que dispone. Organizar una campaña no violenta eficaz del tipo que María y yo describimos en nuestro libro requiere a veces años de preparación antes de que la gente esté realmente preparada para movilizarse. Así que existe el peligro de que la gente piense que organizarse significa organizar un evento en Facebook, en lugar de hacer el trabajo de preparar a la población para años de lucha.

P: Recientemente ha sido coautora de un libro de texto, The Politics of Terror ( Nota de la traducción: La política del terror, también sin publicar aún en castellano).

¿Cuál es la tasa de éxito del terrorismo como tipo de resistencia violenta?

R: Si nos fijamos en el mismo tipo de métrica del éxito, que consiste en que los militantes consigan lo que dicen que quieren, el terrorismo es una actividad muy inútil. La clasificación es algo así: la resistencia noviolenta es la más eficaz, seguida de las grandes insurgencias como la Revolución China o las rebeliones campesinas, y la menos eficaz es el terrorismo. Eso no significa que el terrorismo no tenga efectos. Depende de la estrategia del terrorismo. Hay quien sostiene que la principal estrategia del terrorismo es provocar una reacción exagerada. No se puede decir que Al Qaeda o sus afiliados hayan conseguido crear un califato mundial o destruir Israel o expulsar a Estados Unidos de Arabia Saudí. No se puede decir que hayan conseguido esos objetivos como tales. Pero es definitivamente cierto que han tenido cierto éxito táctico al obligar a Estados Unidos a asumir compromisos en el extranjero que han resultado increíblemente costosos y contraproducentes.

P: ¿Tiene previsto publicar otro libro?

R: Uno de los libros que estoy deseando escribir con Zoe Marks, también profesora de la Harvard Kennedy School, es un estudio sobre el compromiso cívico en Estados Unidos desde la elección de Trump. Se trata en parte de una respuesta a la idea de que la democracia está muriendo. Queremos destacar cómo ciertos elementos de la democracia están sobreviviendo y prosperando en este tiempo, incluso cuando la gente parece dudar de la resistencia de las instituciones democráticas más formales. También estoy trabajando en otro libro con Maria Stephan sobre las formas en que la ayuda internacional puede apoyar a los movimientos no violentos sin socavar sus bases locales de apoyo. Y mi próximo libro, Civil Resistance: What Everyone Needs to Know, saldrá a la venta este verano. Utiliza datos y casos actualizados para cuestionar los mitos sobre la resistencia no violenta en un estilo accesible, por lo que podría ser de interés para un público general, así como para estudiantes y estudiosos del tema.

—Michelle Nicholasen , especialista en comunicaciones, Centro Weatherhead para Asuntos Internacionales

Erica Chenoweth, asociada de la facultad del Weatherhead Center, es profesora de políticas públicas en la Escuela Kennedy de Harvard y profesora Susan S. y Kenneth L. Wallach en el Instituto Radcliffe de Estudios Avanzados de la Universidad de Harvard. Tienen dos libros de próxima aparición (Nota de la traducción: en el momento de la entrevista): Civil Resistance: What Everyone Needs to Know® (Oxford University Press, 2019) y The Oxford Handbook of Terrorism (Oxford University Press, 2019), coeditados por Chenoweth y Richard English, Andreas Gofas y Stathis N. Kalyvás.


Fuente: The Lasting Power of Nonviolent Resistance—Part 2

Esta es la segunda entrega de una serie en dos partes con Erica Chenoweth acerca de su trabajo sobre la resistencia noviolenta en una entrevista realizada por Michelle Nicholasen y traducida del inglés por enpiedepaz.org. Puedes leer aquí la primera parte.

Imagen destacada de esta entrada: Hossam el-Hamalawy , La revolución no será tuiteada. Graffiti en la calle Qasr el-Aini. Tomada el 29 de noviembre de 2011.  https://flic.kr/p/aMWnE8 (CC BY-SA 2.0)

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